10 octubre 2006

El cuento de un cuento

Cuando cuento lo que me cuentan que es casi todo lo que puedo contar, se me viene a la cabeza un juego de cuando era niña y que componíamos cuando estábamos aburridas o llovía y nos cansábamos de cegar los ojos mirando al cielo para beber sus gotas o de abrigarla caladas hasta los huesos. Deben de jugarlo aún hoy y en muchos sitios de simple y juicioso que es. Consiste el juego en contar un recado secreto y pasarlo de boca a oreja en cadena de jugador a jugador. Como mas larga es la cadena mas sorprendente acostumbra a resultar el invento. La cosa es elemental, Maria o quien sea la primera de la cadena, le dice haciendo cueva con la mano a la oreja de la primera receptora: Teresa está enamorada como una tonta de Luis o cualquier frase inocente o elemental. Cuando se termina la rueda, el último, da el recado en voz alta y Maria también de viva voz el que inició la cadena. El resultado es incierto, depende mucho del grupo, de la facilidad narrativa del que cuenta el resultado, pero siempre sorprende que nada tenga que ver con el que inició la cadena y lo extensa que se torna. Una frase deviene un cuento.Los niños son niños y esto es un juego, pero aplicado en mayores sucede lo mismo. Nadie cuenta lo mismo que oyó, es superior a nuestras fuerzas y la distorsión de lo contado adquiere dimensiones monumentales con pocos saltos. Yo creo así que, todos los mitos y todos los tabúes se formaron engordando oralmente relatos elementales o costumbres azarosas

10 comentarios:

Cerillo dijo...

Cierto, lo que dices es uno de los mecanismos de la memoria

Umma1 dijo...

Bueno, los juegos de los niños, son remedos del mundo de la adultez.


Nosotros le llamamos " el téléfono descompuesto"

diamandina dijo...

Con esto me acordé muchísimo de un telefono descompuesto que siempre me hace reír: estaba como en segundo de primaria y nos habían llevado a tener un día libre en la cigarrera que estaba al final de la cuadra de la escuela (así eran nuestros días de campo escolares, en un lugar donde se hacían cigarros, porque tenía un jardín muy grande, estaba cerca y nos lo prestaban, sólo había que acostumbrarse al olor a tabaco y, peor, a ese horrendo olor a máquinas, humo y aceites que tienen todas las fábricas), la cosa es que, jugando al teléfono descompuesto, la primera dijo en secreto a la segunda la frase "Quiero mucho a mis amigas" y así fue pasando por la cuevita de la mano de oreja en oreja el mensaje, hasta que el último en la cadena gritó, seguro de haber recibido fuerte y claro el mensaje de la primera, "¡Tengo muchas albóndigas!". Reímos. Yo me quedé pensando en cómo se habría deformado tanto. Y ahora, como dices tú, me acuerdo de eso y veo que es como la vida misma, uno empieza con algo y tiempo después lo viene a escuchar tan deformado, tan distinto, tan nuevo. La tradición oral hace mucho con nuestras vidas, crea nuevas. Quién sabe si un día alguien va a hablar de nosotros después de todo lo que dijimos, escribimos, hicimos, y sólo acierte a decir "tenía muchas albóndigas".

diamandina dijo...

Me da pena dejar comments muy largos y por eso mejor esto lo pongo en dos.

Lo otro que quería decir era que he leído el artículo de la dirección que dejaste en mi blog. Suena tentadora la novela de Vila Matas, aunque él a veces me encanta y a veces se me hace que sólo recoge los hilitos sueltos que dejaron otros, sobre todo Cortázar, pero bueh, por lo feliz que me han hecho algunas cosas de Vila Matas y porque se antoja leer ese escribir sobre la preocupación, la necesidad de dejar de escribir, lo buscaré.

Gracias por tu comentario. Tú has escrito cosas muy bellas acá. Yo aún sigo queriendo quedarme callada para ya no ser mi propio personaje, para estar lo menos que se pueda, pero ya pasará.

Y con esto ya contesté y acabé. Shhh.

Anónimo dijo...

Eso lo haciamos en mi colegio, pero como parte de una dinámica de grupos, se llamaba " tecnica de rumor". Más adelante lo conocí como "deformando el comentario", "mensaje a García", pero siempre como dinámica de talleres. Lo único que saqué de todo ello, es: nunca creas ciegamente lo que te dicen.

Un beso

NBIS dijo...

El teléfono descompuesto no es más que la deformación / interpretación subjetiva de un relato por parte de quien lo oye. Que posiblemente lo redecore al volverlo a contar. Y no esta mal, si de todos modos quien lo oiga lo iba a modificar según su entendimiento.

Saludos.

Raphaela dijo...

No cuenta las veces te cuenten la historia, si no hay entendimiento no hay función que cumpla con el objetivo del razonamiento....

Israel Centeno dijo...

da lo mismo recado o pecado secreto pasado de boca a orejea, así se deforma la historia y resulta que César no era el marido de todas las mujeres y mujer de todos los hombres ¿ o si?
Mañana el comandante hugo rey nos hablará en cadena nacional de los pecados de Colón de la resistencia indigena, del genocidio español; pero no dirá nada de la crueldad Atahualpa inca o de aquellos pecados de Montezuma que hicieron posibel a la Malinche.

¿Cómo será este militarete narrando el recado o el pecado último?

saludos,

ecasual dijo...

Es un juego divertidísimo. El problema en los adultos es que no suele tener esa risa de inocencia.

Saludos

Dulcinea dijo...

Cierto, muy cierto, he ahí la técnica del rumor...he ahí los rumores con todo lo que éstos implican...
En cuánto a los mitos, religiones y demás....ni pensar quiero, cuál fue o qué fue, el inicio de la cadena.

Muy bueno tu blog, me gustan tus comentarios.

Saludos.