27 marzo 2010

Estratos



Dicen, que si tienes dinero para invertir (que no es el caso), lo hagas en algo que entiendas, que si no entiendes el negocio o la palabrería con la que cualquier banquero intenta embaucarte, no pongas ni un duro. La cosa parece evidente. Yo predico a mi hija que lo que se conoce, por complicado que sea, resulta sencillo y lo desconocido por elemental que sea, muy complicado y difícil. Muchas veces leo artículos en que no entiendo nada, claro que esto no me cuesta ni un duro, y a pesar de ello y aunque diserten, y quizás por ello, de física cuántica, casi siempre acabo encontrando una poética metáfora iluminadora o frases como “Lo más importante es el agua” que me reconcilian con lo oscuro.

Me gustan, como a todo el mundo los milagros y pienso, como ayer cuando leía una embrollada defensa del lenguaje que aunque no entienda nada o poco, algo queda. Mantengo este tipo absurdo de fe.

Estratos, esta mañana pensaba en estratos, en los dichosos estratos. Estratos, niveles, capas, que no son más que miradas, marcos… distintos puntos de vista coincidentes en el tiempo y que conforman la instantánea realidad. Cada uno es parcialmente real pero la realidad cierta sólo es el enrevesado todo. Ahora me da por bautizar lo que pinto, tu haces una cosa, les das argumento y nombre y tienes una película. Un figurado y transparente cacho de realidad, da igual que sepas o que no sepas lo que has hecho. Pinté este fin de semana unos estratos que no sé si, más adelante, derivarán en orgánicos o en cualquier otra cosa. Así pues de la nada me permito crear pintura estratificada vete a saber sí orgánica. ¡Que lujos me permito!.

Que nadie me acuse de maniqueo por decir blanco, o guapo, o viejo, o malo, o pesimista, por la necesidad que tengo a veces de partir la realidad de un tajo y darle un nombre a cada mitad, porqué es lo más elemental y lo más cierto, el único nivel que poco tiene para discutir. De esta manera nos defendemos enérgicamente de lo que se nos escurre sin remedio de entre los dedos. Ahora me pilló esto de ser de derechas o de izquierda, conservador o revolucionario y luego no me digan que el uso de según que palabras para identificar una idea no sea tendencioso. ¿Porqué últimamente no nos dejan creer que es posible el progreso entendido como un bien para todos? Que anda la machacona derecha en que las únicas recetas que funcionan son las suyas aunque luego marginen a tres cuartas partes de la humanidad, (si no a más), que todo lo otro son cuentos, y tanto y tanto lo repiten y aseguran y de tantos voceros disponen, que han convertido en un plis plas al mundo entero en una colección de seniles conservadores. No entiendo ni me puedo fiar de lo que con artimañas aseguran en disertaciones estériles o ininteligibles. No sé que daría para que el mundo de las ideas fuera más sencillo, más maniqueo, que ya somos mayorcitos y la sociedad lleva perdiendo muchas guerras y me parece que ya toca tener claro por fin que es lo que queremos, que es lo que nos favorece, a que aspiramos, hacia donde hemos ir y ya por pedir, hacer algo urgente que nos proteja de tanto ruido mediático, de tantos mensajes tendenciosos que nos colapsan, anulan, torturan y nos acaban convirtiendo en un sacrificado y adormecido rebaño de dóciles y quisquillosos insatisfechos.

Parece que solo sepamos decir, mande?

06 marzo 2010

La inconsciencia



Ayer por la tarde estaba dibujando exactamente igual que otras muchas tardes de mi vida y como otras tardes, aprecié con gusto que en aquel momento me lo estaba pasando bien, y intente razonar, que ahora a menudo me da por aquí, el porqué unas veces me lo paso mejor que otras si siempre hago lo mismo. ¿Es quizás a causa mi estado de ánimo o será que estoy inspirado, o beodo, (que no era el caso), o… vete a saber? Decidí, tras cavilar un poco, que lo paso bien cuando relajado, dibujo de manera intuitiva, irreflexiva, sin otra voluntad que dejarme llevar por ocultos automatismos, siguiendo musical el onanista placer de sorprenderme a mi mismo. El problema es que cuando atiendo que estoy en este trance se rompe enseguida la magia que lo inspiraba.

No me costaba, hace unos lustros, atender curioso cuando pasaban por televisión los luctuosos documentales que reflejan la fiera vida animal. Pero me saturé de ello y ahora pienso que todos los que nos empapamos de estos selváticos dramas somos como doctores en zoología antropológica o como sea que se diga esto de la vida animal, desde los protozoos a los homínidos. Ahora quedo colgado al instante de las historias que cuentan de la prehistoria, que bonito. En uno de estos documentales aseguraban hace poco que la funcionalidad de los utensilios usados por los Neandertales y los Cromagnon era muy parecida. Así es que, no sé muy bien con que argumentos decidían que los Cromagnon fundamentaron su superioridad en la capacidad de transmitir, de relacionarse, de hacer arte elaborando los primeros objetos sin clara funcionalidad, gratuitos. Con unos recién estrenados guantes de látex una doctora mostraba con sumo cuidado y delicadeza el resultado de reconstruir una flauta de hueso hecha trizas… Esto para los prehistóricos, decía la doctora ensimismada, es como ir a la luna para el hombre moderno. Vete a saber, digo yo, si no serán estas opiniones también conjeturas gratuitas.

Hablo tantas veces del mejor momento del día que… esta mañana en los minutos que tengo de paseo mientras voy al trabajo, pensaba que sí, que es posible que el arte sea una increíble fuerza evolutiva, porque el arte no pertenece al cronometrado tiempo de la competición por la supervivencia, sino que pertenece a un inalterable y suspendido tiempo del azar, del gusto puro, de aquella increíble química y satisfacción que nos comunica con lo que es, mucho antes de que podamos concretarlo, mucho antes y mejor de lo que aún no atinamos a nombrar.