28 septiembre 2006

Reconstruyendo un sueño

Me figuro que son ustedes los culpables de mi último sueño. Vamos, estoy segura, pues en él me vi joven espoleada probablemente por la radical juventud virtual que vivifica estos días mi rutina.

Era un oscuro sueño de noches de vinos y rosas con la inconsciente felicidad de los tugurios, dentro del paisaje decrépito y bello de los bares y la compañía ligera de todo un mundo distendido. Era una de aquellas noches que labran en la memoria nostálgicas pérdidas irreparables,

Pero de pronto nos dirigimos a un baile . Estábamos ya en el baile y exactamente igual que ocurre en la realidad con el alocado instinto, en un juego trepidante de pasión y virtud, me interpuse con casual intención al escogido, barrándole el paso al mismo tiempo a una indeseable y excesivamente bella competidora. Me abandoné apoyándome levemente al hombre que de manos ligeras me entalló suave tirando después como distraído las manos más allá de donde mi educación y pudor me permitían. Con suavidad redirigí sus manos mientras suspiraba con ansiedad una réplica en sus operaciones.

Pero los sueños, como la vida y el mismo caos no paran quietos y ya estábamos mi hombre y yo intentando encabezar una conga con las que terminaban inefablemente en aquellos tiempos los bailes exitosos. Lo mejor de la noche siempre viene en los entremedios, en los apartados, en los rincones resonantes de la madrugada, caracoleando por las calles, encaramados en unas amigables escaleras con nuestros elegidos que ingeniosos y delicados, conversaban distendidos fumando, entregados ya irremediablemente a nuestro fervor y compañía. Me enamoraba y admiraba yo al mío y también a su amigo y hasta encontraba gusto y satisfacción en la otra compañía femenina.

Y sin solución de continuidad me encontré en la extraña mañana que siempre, tras la extinta madrugada aparece radiante y oscura, con todos nosotros serpenteando por las calles exhaustos y felices, y mientras mi increíble y adorable hombre besaba divertido una modernista imagen de vidrio emplomada en el aparador de un edificio en derribo, desperté a la madrugada real y solitaria, aunque confortable, de mi cama.

1 comentario:

ecasual dijo...

Ah, pero que te quiten lo bailado, o mejor dicho, lo soñado...

Saludos