El frasco de las esencias del buen patriarca es la sorna y la sorna se elabora con aromas de viejo, de hecho se elabora mejor si se procura ser viejo antes de llegar a serlo. Este tipo de viejo se hizo sabio sin necesidad de vivir, se hizo sabio mirando y acumuló con esta mirada desapasionada la injusticia del tiempo y el revoloteo impertérrito de la muerte.
Mirar con constancia ayuda mucho a saber mirar y tras la sorna, el aspecto descuidado y la socarronería se esconden sin airearlo un gusto por estar y un sentido contemplativo de los lugares, del tiempo y su belleza redonda surgida de la fecunda humildad del que nada espera.
Para ser patriarca se debe querer serlo y antes que él reinaba el desorden o la nada. No le pidas otra cosa que ojo y criterio firme. Nombra las cosas por su nombre, padrino parece de su bautizo. Sin él la prosperidad no es posible pues es la semilla que la contiene. Forma parte etimológica de cualquier fortuna. Nadie puede acumular nada duradero sin su carga de humildad, su ciencia, su visión de futuro, su firmeza para proteger luego la fragilidad de lo obtenido a base de sentido común que conforma su criterio distintivo. Se va con el deber cumplido y si la muerte no le llega mientras mira el ocaso, de pie, tambaleante ante el dios horizonte, su rara felicidad se enturbia sin remedio, pues nunca se quejó de estar enfermo.
Tiene el patriarca como todos los modelos un defecto. La dificultad cargada a sus herederos de parecerse a ellos. Imposible empeño pues tanto da si para mejor o para peor siempre se fracasa.
Ni mi padre ni mi abuelo fueron patriarcas, me quedé pues varado en la miseria sin fortuna. Puedo claro, como así me lo propusieron, por unos pocos dineros armar un árbol genealógico. No me sirve y no lo quiero. El caso es que tampoco tengo madera de patriarca pues carezco tanto del instinto como de las cualidades necesarias para llegar a serlo. No me extraña mi insoslayable naufragio, la fecha de caducidad del ademán en que me he convertido no tiene consuelo, pues aunque pudiera volver a vivir sé que nunca podría eludir este mismo destino, con lo que a mi me gusta el sabor de las complejas sagas familiares con fortunas, misterios, tragedias y leyendas que nunca desvanecen.
7 comentarios:
Las sagas familiares, no las quimeras sino las de verdad de la buena, suelen ser un muestrario de lo que nos gusta y lo que nos disgusta de nuestra condición humana
¿Se quiere eso de verdad?
Perdona que entrase el otro día como un elefante, en una cacharrería.
Tampoco desearía ser la matriarca.
No ha demasiado tiempo, me comentaba un patriarca gitano, que los tiempos han cambiado y los jovenes no acatan, lo que durante generaciones era sagrado en su raza, el consejo de los viejos.
Según está la vida hoy ¿le gustaría a alguno ser patriarca?
Bienvenida natalia aunque quiero que sepas que esto no es mi casa. La verdad es que aún no sé que coño es. Es esto estamos.
Reikiaduo, chafardear que también tiene sus niveles
Cerillo: me gusta mucho. No te conocía. Te leo
Un saludo
A chafardear me apunto siempre
De qué vale comprar títulos y honores!!! Seamos como nos hicieron, así dormimos con la conciencia tranquila. Abrazos.
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