Aposté que la primera palabra fue comida y perdí. Que lujo el decidir cuando gano o cuando pierdo.
Con estas trivialidades me entretengo de buena mañana.
Dije que la segunda palabra fue peligro y acerté aunque de pura casualidad.
Antes del caos sin duda fue el orden y si no, pues corrijo.
Antes que la palabra fue el silencio, aunque el silencio no exista, un ruido de fondo ensordece el universo.
El ruido es un producto de maquinaria en movimiento, aunque todo el mundo intenta moverse en silencio. Cada bicho tiene un depredador del que esconderse o una víctima que levantar.
La primera palabra no fue ninguna palabra sino un ruido surgido del miedo, un desgarrado sonido que atravesó los conductos orgánicos como explosión de entrañas acongojadas, temerosas, dolientes. Un ruido sin forma, siempre distinto y sin otra utilidad concreta que ser sonido de la mala suerte.
La economía de la supervivencia no desaprovecha nada y el ruido anormal enciende la alarma. De ruido inconsistente a ruido de alerta y a su asunción como de signo de peligro son pasos plausibles.
La primera palabra eran todos los ruidos que alertan del movimiento, estímulos a la atención para no ser comidos.
La primera palabra, como todo magma primigenio abarcaba todas las palabras, todos lo sonidos.
Estas intuiciones me vienen de un estudio científico sobre los Carcopitecos de nariz blanca.
La primera palabra articulada fue peligro y la segunda pudo ser mimética de la primera para distinguir dos peligros, el que viene por tierra del que vuela.
Que magnifico invento este de las orejas.
Y el juego que dan, si hasta se les puede colgar unos pendientes.
Con estas trivialidades me entretengo de buena mañana.
Dije que la segunda palabra fue peligro y acerté aunque de pura casualidad.
Antes del caos sin duda fue el orden y si no, pues corrijo.
Antes que la palabra fue el silencio, aunque el silencio no exista, un ruido de fondo ensordece el universo.
El ruido es un producto de maquinaria en movimiento, aunque todo el mundo intenta moverse en silencio. Cada bicho tiene un depredador del que esconderse o una víctima que levantar.
La primera palabra no fue ninguna palabra sino un ruido surgido del miedo, un desgarrado sonido que atravesó los conductos orgánicos como explosión de entrañas acongojadas, temerosas, dolientes. Un ruido sin forma, siempre distinto y sin otra utilidad concreta que ser sonido de la mala suerte.
La economía de la supervivencia no desaprovecha nada y el ruido anormal enciende la alarma. De ruido inconsistente a ruido de alerta y a su asunción como de signo de peligro son pasos plausibles.
La primera palabra eran todos los ruidos que alertan del movimiento, estímulos a la atención para no ser comidos.
La primera palabra, como todo magma primigenio abarcaba todas las palabras, todos lo sonidos.
Estas intuiciones me vienen de un estudio científico sobre los Carcopitecos de nariz blanca.
La primera palabra articulada fue peligro y la segunda pudo ser mimética de la primera para distinguir dos peligros, el que viene por tierra del que vuela.
Que magnifico invento este de las orejas.
Y el juego que dan, si hasta se les puede colgar unos pendientes.
5 comentarios:
Muchas veces nos da miedo algo que no queremos escuchar, el silencio no existe porque siempre hay ruido
Que importante son las orejas, muy cierto
Saludos
Jajajajaj
río de extrañeza
pues invocas lo desconocido
Saludos!
C:.
El silencio que percibimos es casi siempre el nuestro, pero no ocurre lo mismo con las voces.
Un abrazo
Y yo, que pienso que la primera palabra fue para expresar "no tengas miedo", ¿soy un bicho raro?
Humo ¿Que vas ser un bicho raro?
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