06 septiembre 2007

En el camino


En el Café de Ocata Gregorio Luri desempolva cuando cumple 50 años de su redacción “En el camino” de Jack Kerouac.

Yo ya leía cuando Jack Kerouc escribía su mecanografiado rollo, pero el libro aún tardó algunos años en caer en mis manos. Me gustó tanto Kerouac que leí todo lo que de él pude. El libro resultó sin pretenderlo iniciático y no lo digo porque me influyera pues me creo inmune a cualquier tipo credo. El caso es que los caminos de aquellos tiempos empezaron a llenarse de una alegre panda de gentuza fraternal en constante orgía. La sensación general era que aquello nunca acabaría. Allí se encontraba un servidor con su cuerpo adolescente. El franquismo se tambaleaba y casi toda la gente que conocía estaba enfrascada en sus particulares revoluciones. Yo estaba de acuerdo, aunque era incapaz de discernir, ni me importaba demasiado, en que acabaría todo aquello. Todo el mundo discutía de política y se fraccionaban como amebas promiscuas los partidos políticos de izquierdas. El partido comunista era el traidor adocenado y vendido. En particular no leí ni el manifiesto aunque me tragué el dieciocho brumario por culpa de una bella de filosofía y historia que tenia un trabajo urgente que entregar. Le gente se implicaba con ardor en cosas que nada me importaban. Así es que con inconsciencia me dedicaba a dos vidas paralelas igual de poco fructíferas y peligrosas. En una seguía la corriente de asambleas, manifiestos y carreras con los grises aunque sin militar en partido y en la otra hurgaba en la vida bohemia que era lo que más se parecía de lo que me quedaba a mano de “En el camino”.

En realidad solo quería decir que para vivir en este tipo de extremos no sólo es necesario valor o inconsciencia sino una salud de hierro, un cerebro, un hígado y un estómago a prueba de bomba. Mi timidez, fragilidad y cobardía me salvó de una vida corta, aunque aún no sé para que.

3 comentarios:

Gregorio Luri dijo...

Alguna vez he dicho que loo único que estaba a nuestra mano hacer no era "el camino" sino "el sendero". Pero a pesar de todo algunos intuíamos que era importante cambiar la vida. Y eso no nos lo ofrecían los partidos del momento.

Tumbaíto dijo...

Ya sabía yo que usted era un progre, Sr. Gregorio.

fgiucich dijo...

Creo que no hay que arrepentirse de lo vivido, sino sacar de ello las cosas positivas para el futuro. Abrazos