22 noviembre 2008

No se me ocurre nada




Muchos días, despierto antes del amanecer y pienso.

Despierto y sin pensar, créanme, elijo si puedo, pensar en lo que consuela.

Al despertar, cuando pienso antes del alba, a veces, las razones, caprichosas, tienden a asearse dando desconcertantes tumbos en el aire de la noche y las ideas, luego, aparecen copiosas y serenas, engalanadas para fiesta. Pero es solo espejismo frágil pues se revelan al instante idénticas al vívido sueño que increíble se te olvida solo el sol sale.

No puedo, por desgracia pues, transmitir las certezas que sin fisuras se expanden iluminando ilusorias mis tinieblas, he de conformarme con que dejarán restos de su rastro en la memoria y que aparecerán por encanto en coyuntura favorable. Lo cierto es que deploro este dispendio nocturno de talento, pues sé por perezoso, lo sufrido de picar piedra, que poner las palabras adecuadas en ringlera y los colores con sentido cuesta un trabajo y casi nunca brilla tal y como uno desea.

Que inventen, pienso bien sereno ahora que luce el sol, aparato que escriba y pinte con la velocidad y destreza con que me asaltan excelentes ideas en inoportunos momentos. Que me salve algún invento del tormento de rebuscar con esfuerzo, letra a letra, como transcribir la luz que huyó sin estela, o de bregar como negro, pincelada a pincelada, con los infinitos matices con que juegan al despiste los colores, pues de las palabras y las imágenes lo que más satisface, es el redomado misterio con el que, abandonados, aparecen de milagro acabados, con poder de cegar un instante al personal, aunque sea solo uno el deslumbrado.

La cuestión es que quedó en nada lo que, esta mañana, poco antes de la aurora, gobernaba con soltura en mi ardiente mollera. Se fundió lo que ocurrente argüí desnudo en el lecho. Desaparecieron ristras enteras de frases certeras que cabalgaban embriagadas de esplendor por mis miserias. Se perdió la subyacente proyección de imágenes congraciándose de haber conseguido elegantes anzuelos con los que atraer la compleja atención de quien sea.

Mira que forma de llegar a la nada por la tontería de poner los pies en el suelo y mirar desconcertado, punteado el día en el asomado balcón, como el otoño martiriza duro los ojos con sangrantes tañidos rojos.

Mi ruina de pie, en circulación por la calle y aseado, conjurando con el frío el desvanecido talento en nada, pido con mucha fe al cristalino día, el Cadí atosigando de testigo, el favor de que cosa curiosa me alegre por sorpresa la jornada, que la belleza hace tiempo que me tiene bastante mosqueado.

A la mierda, pensaba bien ido y enojado, las pestilentes fotos del National Geographic, esto que quede claro. Bien amigos….., tiempo hacía que me revoloteaba este rebote al agresivo empalago de las imágenes espectáculo que nos devoran los sentidos con porquería de engaños.

Porqué claro, hay engaños y engaños.

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