27 julio 2008

Juegos espirales


Estoy en trance de aprender a no tomar en serio lo que digo incluso cuando me fluye un conveniente y enfático discurso. En cuanto me tomo un respiro pienso, ¿pero que digo? Así en el trance siguiente estoy en condiciones de dar la razón a quien me contradice, esto si, parando atención en descubrir los posibles engaños que esconden los conspicuos polemistas.

Sin sentido del humor se pierde un magnifico sentido. Lo más complicado, suspiro, aceptar y cultivar con resignación aires de tragicomedia en la aventura de lo que llamamos vivir.

Sin pensar caigo en juegos espirales. Revolotean libres en mi cerebro. Giros consentidos sobre mi mismo que sé que no alcanzan meta alguna. Ni recrear puedo con rigor lo que recientemente pasó. Sólo un leve mareo certifica que atiné otra vez, con el norte que había perdido girando.

Es aventurado salirse del surco convenido, linde que nos protege de deslices gratuitos. Pero un deseo imperativo obvia lo que fue ya conquistado, aquello que gráfico imagino queda estampado como los dibujos que roturan húmedos regueros en los márgenes de barro. El líquido elemento que los esculpió en mi particular cuenca es la misma dispersa, diluida atención que luego sin control, burla antiguos cauces, revienta con intermitente regularidad la seca tierra con los trazos imprecisos de nuevos y delgados reguerillos. La acuosa atención surca rebelde a la conquista de terrenos baldíos empujada por tormentas que rompen abruptas las tediosas calmas. Derrota al barro hurgando en las cuarteadas heridas de su frágil estructura arruinada por el incorregible paso del tiempo.

Pero también lo minuciosamente elaborado se revela, no de barro, sino de intangible materia inventada de lisa y tersa superficie. Dibujos y volúmenes de escueta geometría, paisajes ordenados con trazos simples, sin mácula ni sorpresas. Espacios elaborados para alcanzar una perfecta felicidad, sin fisuras, ideal. Perfilada exposición de sueños que no necesitan en principio de nada ni de nadie. Pulcro y limpio, casi reluciente, nuevo, así es lo que elabora el pensamiento óptimo antes de que sea expuesto a los inconvenientes que agitan, que se agolpan en las ventanas, en las terrazas, en los tejados que protegen la casa del acoso del arbitrario poder que reina en la intemperie. Torbellinos que azuzados por el azar se cruzan sin previo aviso en nuestro camino.

Impedimentos que no me dejan, agotadores, descansar en paz. Recogido en mí convenida y sosegada casa debo andar pues, cada día inventando relucientes y nuevas arquitecturas para sentirme mejor, más cómodo y bien protegido, siempre atento en determinar y domeñar lo que de inconveniente pueda hacer acto de presencia en el imprevisible futuro.

3 comentarios:

alida dijo...

Cuanto quisiera no tomar en serio lo que digo, pero a veces expreso las cosas así sin pensar y entonces…
Un gran saludo amigo

M. Domínguez Senra dijo...

Aquest post m'ha evocat una llar de foc lenta, on cremen les experiències.
Una abraçada i fins l'agost!

fgiucich dijo...

Inventar nuevas cosas es renovarse y hacer la vida más placentera. Abrazos.