06 agosto 2008

Una vida emocionante


El que culmina sus deseos tiene el camino allanado para adquirir la textura dura e impertinente del satisfecho.

La voluntad o la ambición mezclan decisivas en lo que se prevé que será un futuro prometedor y aunque luego el azar tuerza caminos no abandonará el que con estos hábitos vista, la capacidad de volcarse a cada revés en cualquier nuevo objetivo a su alcance. Su vida necesita de metas que cubrir y estas tienden a evitar, por una cuestión de eficacia, posibles distracciones. El hombre se vuelve ordenado y su ambición meticulosa le hace valorar las cosas en su justa medida y esto le hace distribuir los beneficios de su proyecto de vida de manera rigurosa, no sea que pierda en transacciones erróneas, nivel jerárquico o influencia. Decisiva como es la imagen y las formas en la sociedad que le cobija, descanso, gustos y afectos se valoran con objetividad. Bajo esta óptica las emociones deben guardarse bajo llave y sólo se sacaran de paseo en caso de tormenta o cuando la razón peligra. Este es el hombre hecho a sí mismo y con este andamiaje riguroso se acaba procesando fríamente el mundo de las emociones pasando a valorar el mundo desde la óptica de lo productivo y bajo estas condiciones piensa, desea y maniobra para que su descendencia observe los mismos criterios. Este hombre alcanza en occidente la categoría de mito ejemplar pues su competencia y capacidad de superar adversidades es el núcleo, el motor de una sociedad con idéntica dinámica productiva. Las metas acaban siendo pues contantes y sonantes, muestras de poder que resulten evidentes para cualquier observador carente de criterio. Al fin, empantanado en cualquier meta después de un arduo trabajo a veces acusa las pocas satisfacciones afectivas y recurre a darse por satisfecho con la vanidad de lo conseguido, demostrando con desplantes variados que con sólo objetivos materiales las vidas pueden resultar un fiasco. Aunque todos sabemos que la vida resulta un desastre por cualquier motivo su condición de ganadores hace que estos desequilibrios les afecten doblemente.

No quería hablar yo de este espécimen común que ha transformado el mundo en el basurero que ahora es. Sino de los que posibilitan otras dinámicas para encarar la vida, pues la primera y más importante revolución se debe ganar en las entrañas de cada individuo.

Los que andan sin metas definidas multiplican sus experiencias vitales incluyendo los deliciosos fracasos derivados de su inconcreta ambición. El que por una u otra causa no sucumbe a la tentación de seguir líneas de comportamiento marcadas de antemano mantiene cancha para que le zarandeen un buen paquete de emociones. Nadie guarda la llave de la felicidad que es lotería, pero la emoción tiene por dueño aquellos que no le pongan cotos que la limiten y déjense de historias, la emoción importa, da sentido y colorea una vida.

Si el arte es emoción y si todo junto es tan importante, aquel que convierte su vida en algo emocionante tiene encarnadura de artista, del mejor artista posible, aunque no pinte, esculpa, ni escriba nada. Porqué si de lo que se trata en la vida fuera sólo donde caerse uno muerto, cualquier rincón, me parece, sirve para esto.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

"Si el artes es emoción...", vaya que es cierto lo que aquí tú has plasmado; yo creo que a veces la mejor opción al momento de pensar o crear cosas es dejarse llevar, no tanto buscar por que cuando uno busca es cuando uno no ve más alla, más sin embargo cuando uno deja fluir existen miles de cosas

me encanto tu blog

fgiucich dijo...

Lo importante en la vida, para no quedarse en la banquina del aburrimiento, es buscar los cambios, un poco de agua fresca y ampliar el horizonte. Abrazos.

Índigo dijo...

Eliminando las preguntas del camino se debe vivir mucho mejor y teniendo una creencia ciega supongo que también, no lo sé. Ya de antiguo se sabe que la fe mueve montañas...
Mi terreno es más bien el de la duda permanente e intento sentirme aceptablemente bien con cada cosa que hago... lo intento, salir no sale siempre.
Me he permitido colgar uno de tus caudros en mi barco; espero que no te importe.
Gracias y besote.