08 junio 2008

Dando sepultura

Después de sorprenderme el día de San Jordi mirando una flor con idéntico interés con él que un ginecólogo corriente el sexo femenino, me puse como penitencia recordar las rimas y leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer. Esto no es un cuento chino.

Miro la rosa con ojo clínico, observo las nubes del cielo como si fuera una Mónica López cualquiera y atiendo con socarronería a los profetas de nuestro tiempo que anuncian entierros de lo que nunca acaba de morir.

Percibo, eso sí, que tan lento como mi resistencia a abandonar la adolescencia, grandes ideas, imperios, horizontes seguros y pensadores inconmensurables derivan barridos por inusitadas casualidades o exigencias que dicta lo vigente.

Pierde actualidad, prescribe sin remedio lo que parecía imperecedero.

¿Donde se perdió el romanticismo? ¿Donde quedó la voz que descubrió un emocionante mundo nuevo sin apenas movernos de sitio? Nada desaparece del todo, lo sé, y lo romántico bien anda por ahí culebreando, pero su inyección de ardientes pasiones empieza a escasear en el mercado actual. Las contadas dosis de este veneno se racionan con cuentagotas, Ninguna fantasía debe turbar la eficacia científica del hombre nuevo.

Las pasiones se encasquillaron en la pura miseria de la necesidad y se dirimen en la tele buscando o la lágrima fácil o saciar la perniciosa sed de los que parecen gozar con el sufrimiento ajeno. Mientras, en el día a día, andamos la gente en el agobiante trabajo de mantenernos a flote, tantas veces acorralados en defensa de la pura y simple piel, que un sentimiento de soledad inmensa nos empuja a abrazar recetas que, preparadas con ahínco, nos dirigen hacia productivas y perniciosas simpatías corporativas que nos aíslan más todavía. Parece como si algún mandamás hubiera decidido, con el descrédito de las pasiones, dejar al hombre con el único desnudo objetivo de competir cada uno contra todos sólo para dilucidar, como los micos, quien es el guapo que se convierte en el número uno.

Lo concreto, depurado cuidadosamente con la ayuda de las manoseadas estadísticas, dirige nuestro destino; y esta guerra, interesada como todas, se dirime de manera exclusiva en el terreno de la economía. Lo otro entorpece, aparece siempre como superfluo, como algo añadido, siempre subsanable y supeditado sin discusión al rey de la casa, el dinero. Es probable que todo sea cierto, pero tiene gracia y alguien se debe reír a pierna suelta de que todo el mundo ande o perdido en la miseria o con ansias de capitalismo.

No me digan que no es un contrasentido que sea la competición de ver quien acapara más y mejor, el motor, el sueño, el ideal de un colectivo. Aún más contrasentido me parece, que la capacidad de explotar al personal supere en ilimitado prestigio a la solidaridad. Discúlpenme, pero esto, me parece, no tiene nada de razonable, nada que ver con una sociedad equilibrada, armónica, juiciosa, digna o cualquier otro adjetivo que invito ustedes añadan a su gusto, todos caben en esta paradoja.

4 comentarios:

elHermitaño dijo...

Se trata, sí, de convivir venciendo a los demás, como decía un tal Victor Manuel. Vivir pensando en superar a tu vecino, visto como un enemigo a batir. Y si lo machacas, si lo destrozas, eres el bueno. Si es él quien puede contigo, entonces estás como muerto, sin destino, ya condenado.

Yo sigo creyendo que hoy, un "superhombre" estilo Nietzsche es lo que necesita este bodrio de contructo social en el que vivimos. Un hombre creador de nuevos valores, que se eleve por sobre la masa, el rebaño, y haga ver a los demás lo que puede ser de verdad la vida.

Suena muy anárquico, muy radical y utópico también, pero me temo que la gente está algo contaminada, y hace falta un buen disolvente.

Saludos.

M. Domínguez Senra dijo...

No sé si es característico de nuestra sociedad y este tiempo el que en cuanto nos descuidamos ya nos estamos explotando incluso a nosotros mismos, además de colaborar con nuestros explotadores -los de las mañas de toda la vida- ni que sea cuando nos sentimos por ellos humillados.

Unknown dijo...

gràcies. la qüestió és saber que casa teva pot estar a més d'un lloc.

fgiucich dijo...

Hace tiempo no leía una reflexión tan certera sobre este mundo que caminamos todos los días y va olvidando las verdaderas delicias de la vida. Abrazos.