05 septiembre 2012

Picar piedra





A pesar de que me gobierna, poco de lo que hago tiene que ver con el azar. Como buen desordenado me cuesta seguir una disciplina y carezco de cualidades para disponer de una técnica primorosa y una catadura moral sin sombras, aunque no me quejo de ello pues creo que la flexibilidad a que obliga la falta de orden tiene más ventajas que inconvenientes.

Orden, lo que se dice orden siempre lo hay, pues nada de lo que percibimos escapa de un orden, incluido el mismo acto de percibir. Así pues, dispongo lo que sea, en este caso romper, triturar si considero que es necesario el dibujo escogido (ya de por si el dibujo original eracomplejo, estaba hecho de retales).

Como dije, el orden general acostumbra a ser simple, por ejemplo: cortar a tijera un trozo de dibujo, romperlo a pedazos con las manos y pegarlo en las mismas coordenadas que el original en un soporte rígido. La consigna en este caso fue alterarlo todo, pegando del derecho o del revés a base de pedazos minúsculos o de tamaño más considerable dependiendo de órdenes accidentales, a menudo de un solo uso, que varían por cuestión de gusto o por necesidad, tanto por planteamientos estéticos como prácticos, dependiendo siempre de lo que tengo en las manos. Luego está lo de no seguir puntualmente, el orden general, saltárselo a la torera para mas tarde, cuando la cosa se desmanda, volver al redil. Este asistemático sistema no deja de tener un orden difuso que acepto resignado.

El trabajo duro por mecánico, consiste pues en romper en pedazos un trozo de dibujo y pegarlo de forma aleatoria en soporte rígido. Esta es una faena de lastre, pesada, como la de subir al taller el soporte, maniobrando con dificultad en la escalera de caracol con el tamaño máximo que puedo subir en rígido y que resulta que es el que ahora mismo trabajo. Es la parte desagradable de picar piedra.

Las normas generales me vienen dadas por acumulación de experiencias pasadas y que enfatizo sin mucho convencimiento al iniciar un nuevo trabajo intentando regular cuestiones como:

El tamaño de los pedazos
La mezcla ideal de tamaños
La mezcla ideal del derecho y del revés
Si permito que los pedazos se solapen.
Si me esmero a consciencia en no dejar espacio entre ellos o voy más a bulto, pegando en forma de islotes y por lo tanto de manera más sencilla.

Normas que luego sirven paro lo que sirven contando las veces que deportivamente me las salto.

Las normas implican una atención adicional, o sea un esfuerzo suplementario en lo que hacemos que en general no estoy dispuesto a mantener mucho tiempo.

Saltarse las normas acostumbra a ser una liberación.

He aquí una larga introducción, circunloquio que poco a poco debería soslayar puesto que los antecedentes siempre son indescriptibles por absolutos pero lo que a continuación cuento es real dentro del escueto hilo de esta narración.

Empecé pues pegando del derecho o del revés según me sugería el pedazo que tenia en los dedos y en un principio me limité a pegar en el soporte rígido los trozos que iba rompiendo del dibujo original en las mismas o parecidas coordenadas para obligarme a algún tipo de disciplina de estas que dan sentido a cualquier trabajo. Intenté como casi siempre que los pedazos se recompusieran idealmente pegados formando un puzzle perfecto pero la cosa no es nada sencilla para alguien tan poco metódico como yo. Mi primera intención es cubrir del todo el nuevo soporte pero a medida que pasa el tiempo voy dejando agujeros pues no consigo soportar la presión de una atención desmedida. El: ya lo arreglaré, es norma básica y me da que no soy el único que me permito este tipo de licencias.

Cuando rompo o trituro un dibujo siempre dejo restos inservibles. Es una basura adicional de lo que ya se convirtió en escombros. En este caso y fuera de toda lógica razonable, llegué a creer que por culpa de la cantidad de restos que iban quedando, al final me faltaría papel. Evidentemente ocurrió todo lo contrario y queda un buen pedazo aún del dibujo antiguo para reponer en caso de desgracias no previstas o eventualidades varias.

Nunca dejo de observar esta micro mierda que sobra, meditando que se podría hacer de provecho con ella.

Al acabar y cuando toca, se inicia una contemplación que alterna el mirar con el observar, para continuar luego con el siguiente paso que consiste en empezar a actuar sobre lo que un conceptual y dirigido azar dejó planteado.

2 comentarios:

M. Domínguez Senra dijo...

Me encantan estas trasposiciones del arte más callado al quehacer de los que usamos principalmente el lenguaje verbal. No sé si eres consciente de que eso puedo alterar tu obra, ya que las palabras a veces consiguen hacer girar goznes invisibles...
Me encanta.

Cerillo dijo...

Res passa en va. A mi no em desagrada així que potser continuaré.