26 diciembre 2008

Buenas Fiestas


Nada esta intrínsicamente más cerca de la nada que el caos. Cuando la nada se tambalea, el caos apabulla ocupándolo todo en un solo paso. Duda la nada y su armonía se resquebraja cediendo el contundente poder al caos. La nada se rompe pues, imperfecta, en infinitos pedazos de caos.

Del caos, por otra parte, surge cualquier cosa, por extravagante que sea, como el mismo orden. El orden no es la nada, pero mira, tiene un parecido. Sirve para ocurrencias como que existe algo y el existir aunque no tiene nada que ver con la nada si tiene que ver con el orden.

Existimos más por suposición que como cosa hecha. Nos creemos reales, pero nos pellizcamos para cerciorarlo. Dudamos de que no sea todo más que un sueño, y nuestras razones tenemos, pues parece que intentamos llegar a unos difusos e inestables objetivos las más de las veces siguiendo el sentido contrario. Cuando nos sobrepasan las contradicciones buscamos respuestas divinas o culpamos al azar o al destino o decidimos ignorarlo todo. Lo que en realidad hacemos es fluir siguiendo el paso que nos marcan las circunstancias. Lo hacemos todo, vamos y volvemos, introvertidos y extrovertidos, humildes y soberbios, solo dueños de pulsar las teclas de que disponemos y a fe que las tocamos todas a poco que tengamos la curiosidad o el tiempo suficiente para cerciorarnos de sentir, ver, gustar y oír como van sonando.

Y así, en este desorganizado orden, al fin, nada encontramos extraño, tal es la sutilidad con que nos van manejando sus maneras y más aun, cuando al tocar los acordes de los porqués, suenan más complejos y enrevesados, más laberínticos que la instantánea simplicidad de vivir.

Llegó la navidad como nota ineludible para cerrar la sinfonía de cada año. Celebramos como siempre el acotado orden que robamos al caos. Este orden, el orden en general, no siempre tiene porqué resultar agradable ni digerible y tiene la particularidad, como las alergias, que lo que te sienta estupendamente unos años luego, de golpe, se vuelve insoportable. Tenemos o buscamos medicinas, alivio para todo y como en convaleciente estado de un catarro cualquiera, podemos enfrentarnos a la navidad metiendo cama quince días, o soportando estoicamente en pié y con mal cuerpo la saludable y agotadora actividad de los que, al parecer, no les ataca este determinado virus.

Hoy nieva y conjeturo que lo que celebramos en la navidad es que estamos a resguardo del invierno, que tenemos la alacena llena y también, porqué no, deseamos con profundo y particular egoísmo que de esta prosperidad en tiempo duro, gocen familia y amigos y el mundo en general, aunque bien sabemos todos que es solo un augurio y que, en el mejor de los casos, tiene fecha de caducidad a los pocos días.

2 comentarios:

M. Domínguez Senra dijo...

Cerillo: et desitjo un any 2009 amb el rebost ple a rebosar i que t'ompli d'experiències.
La nadala, l'he trobat un aire hoffmannià pel seu humorisme particular.
Jo començaré l'any a Roma...

Índigo dijo...

Feliz año, Cerillo, caótico en lo justo y otro tanto ordenado, mitad-mitad.
Me encanta el cuadro.
Un abrazo