08 diciembre 2007

Sinopsis de una biografía anónima.


Por decir algo.

Un día engarzaré las palabras justas para redactar la introducción y al amparo de su precisión fluirá incontenible el relato biográfico.

Introducción.

Me repito como ajo, pero insisto siempre en lo mismo. Si he de resumir la vida en una palabra esta podría ser amor, pero al atender cualquier palabra que de por si sea grande, se expande con tal fortuna su desmesura que luego incontenible todo lo contamina. Su cuestionable presencia preponderante desmerece y falsea los infinitos colores que nutren el laberíntico caos.

Prólogo.

Padecen los allegados del narrador por su temida incontinencia. Les trae a mal vivir el saber que el prócer quiere titular su biografía “Nada en el tintero”. No sufra aquí nadie por esto, que este anónimo no tiene conocidos, y si algún sujeto paranoico pudiera sentir temor de verse involucrado inadecuadamente en tales divagaciones, se de muy buena tinta que esta biografía se titulará si nadie lo remedia “Que poco que recuerdo” o “No sé si siento que se me olvidara todo”

1.- Año primero.

El invento tiene una impoluta memoria nueva e inconexa a estrenar. Tiene tantos cabos sueltos que es cuestión prioritaria enlazar algunos. Así se encuentra sin comerlo ni beberlo. Esto no priva al bebé de ser inmensamente feliz y que nadie me lleve en esto la contraria pues la cuestión me corresponde y no permito discusión. Es cierto que se inicia al mismo tiempo en sentimientos desdichados y llora, pero en el balance gana la felicidad por goleada. El bebé está en un cielo y me da por sentirlo curioso. Los temores absolutos que le asaltan se subsanan con facilidad por el arrojo irrefrenable con el que se sirven de serie. Quizás la sombra de esta dicha sea un fácil aburrimiento. El mundo le crece y se complica con las cosas que aprende pero prefiere sin dudar la excitación que le proporciona lo que le es desconocido. Puede vivir y vive muy feliz sin saber quien es, ni a que se dedica, y desde luego nada pretende fuera del instinto de vivir al instante.

En esto estaba tan contento hasta que a caballo de un taca-taca experimenta unos sentidos encontronazos con la realidad. Empieza pues a sentir que es alguien y se encuentra en la necesidad de tener que protegerse de según que excesos. Poco debe frenarle el dolor cuando se trata de aprender. Y entre el dilema que le plantean las dolorosas punzadas y su exasperante y cautivo freno deberá practicar a jugar con riesgos, acotando con rigor sus límites más peligrosos que le definen la muerte intuida.

2.- Año segundo

Ya veremos.

7 comentarios:

manolotel dijo...

Temible la memoria, Cerillo. De pronto aparecen los nombres o los motes y las caras y las palabras y muy poco se salva del barniz y de la lija. Cuidado que la carga el diablo (la lija y/o la memoria).

Claro que nos apasiona la narración de lo "corriente", sobre todo por lo que imaginamos que arrastra.

Y aunque no lo fuera. Estamos preparados (siempre en uso del mayestático -más que nada porque me represento poco a mi mismo-) tus lectores habituales, al habitual laberinto de ideas en que nos tienes.

A la espera. Saludo cordial.

celebrador dijo...

Ya vas bien, ya.

Los pequeños normalmente cuidados sonríen de forma expontánea una media de 400 veces/día, de "adultos" la cifra se reduce a una docenica escasa

Y sí, tienes razón, un bebé normalmente cuidado está en el cielo

Un adulto también, por supuesto, solo que (casi siempre) ha dejado de percibirlo así

celebrador dijo...

Ese vivir en el instante es sin duda realidad pura y dura

No menos realidad que otras (también) realidades

fgiucich dijo...

Los primeros recuerdos hilvanados con una memoria envidiable. Veremos como sigue. Abrazos.

alida dijo...

El bebe aunque llora, es feliz en su mundo todavía no aprendido los sinsabores
Vivir el momento sin saber que pasara
La imagen es…
Un abrazo

M. Domínguez Senra dijo...

Su pintura, la espiral, me han hecho sopesar las dificultades de escribir una biografía (no una autobiografía, claro) al revés, de fin a principio.

Índigo dijo...

Me gusta el cuadro; y la historia, ya veremos.
Saluditos