Me miré desnudo en el espejo y días después, la curiosidad de indagar en el recuerdo me llevó a distinguir, entre otras acepciones que entonces solapé, la necesidad de mostrarme tal como soy. Ahora, solo unos días más tarde, lo encuentro de una presunción infantil que me ruboriza. Hoy, mientras enciendo fuego, mientras pienso en dejar de escribir, o mejor, dejar de intentar escribir, me parece ridícula aquella orgullosa pretensión de exhibirme sin artificios. Sin apenas reflexionar, me asalta en oleadas la sensación que lo artificioso no tiene porqué ser distinto de lo real, caso de que la realidad existiera. La tendré en cuenta, pienso divertido, en cuando se revele idéntica desde distintas perspectivas.
En realidad esgrimimos a la realidad como espada, la utilizamos como sicario a nuestras órdenes, como irrefutable prueba de que nuestras convicciones son las verdaderas. Y es que las palabras, estas dos de momento: verdad y realidad, cuando se ensañan con la precisión se convierten en diosas intolerantes.
Abandono unos dioses para refugiarme en otros con la fe de que su bondad me redimirá, y luego al perder la fe entre los escombros de la vida cotidiana, arrimo el ascua a mi sardina y amontono a todos los dioses que considero oportunos en el capazo de razones que deberían justificar la existencia. El caos bendice este alocado movimiento de razones que como relámpagos brillan y se desvanecen, porque esta es su ley.
La ley de la Navidad, el color de los días que reclaman enmienda. Propongo, como regalo de poco gasto, intentar desprenderme de pesadas palabras con connotaciones sagradas, como felicidad, verdad, amor, realidad, razón, justicia, fe y arreglarme con contenidos menos complejos, como podría ser el dirigir mis facultades hacia cuestiones de poca trascendencia, por ejemplo el que se me reconozca en confianza como vecino y digo en confianza como el crédito que debo ganar para conseguir que una buena mayoría de los que me rodean se sientan cómodos en mi presencia y si esto no es posible, al menos no incomodar. Esto no me debería privar de ser flagelo de los que como mosca cojonera me fastidian sin remedio.
En realidad esgrimimos a la realidad como espada, la utilizamos como sicario a nuestras órdenes, como irrefutable prueba de que nuestras convicciones son las verdaderas. Y es que las palabras, estas dos de momento: verdad y realidad, cuando se ensañan con la precisión se convierten en diosas intolerantes.
Abandono unos dioses para refugiarme en otros con la fe de que su bondad me redimirá, y luego al perder la fe entre los escombros de la vida cotidiana, arrimo el ascua a mi sardina y amontono a todos los dioses que considero oportunos en el capazo de razones que deberían justificar la existencia. El caos bendice este alocado movimiento de razones que como relámpagos brillan y se desvanecen, porque esta es su ley.
La ley de la Navidad, el color de los días que reclaman enmienda. Propongo, como regalo de poco gasto, intentar desprenderme de pesadas palabras con connotaciones sagradas, como felicidad, verdad, amor, realidad, razón, justicia, fe y arreglarme con contenidos menos complejos, como podría ser el dirigir mis facultades hacia cuestiones de poca trascendencia, por ejemplo el que se me reconozca en confianza como vecino y digo en confianza como el crédito que debo ganar para conseguir que una buena mayoría de los que me rodean se sientan cómodos en mi presencia y si esto no es posible, al menos no incomodar. Esto no me debería privar de ser flagelo de los que como mosca cojonera me fastidian sin remedio.
8 comentarios:
Amigo Cerillo,
Paso dejarte un rico abrazo navideño, disfrútalo mucho y se feliz
Feliz año 2008
Buenas tardes:
aunque no opine, me gusta leerte, me gusta de verdad.
¿Puedo cantarte un villancico? No desentono y pongo cada nota en su lugar. (risas)
Saludos
Te dejo un deseo de mucha felicidad para la navidad y el principio de año!!!
Son fechas para revivir pasado, para vivir presente y desear un futuro mejor. Que tengas felices fiestas y que el año que entra sea un poco mejor que el que se va.
Feliz Navidad.
Que los dioses nos asistan entonces...en el caos de palabras que no son y en la epidemia de buenismo navideño donde hasta las verdaderas demostraciones de afecto se malinterpretan por tener la misma formula...me arriesgare' entonces a desearte felices fiestas
sin connotaciones sagradas con coherencia y sin excesos, gozando de familia y moscas cojoneras...
Un abrazo Cerillo!
Siempre es bueno el propósito de enmienda, como ejercicio de mirada interior, de revisión de principios, ideas, actitudes.
Te deseo que las madejas se desenmarañen un poco.
Un abrazo.
Creo que todos podemos reconocernos en este post.
Me encanta el cuadro y me lo guardo, con tu permiso; algún día lo colgaré en mi barco.
Te deseo lo que desees.
Te dejo un abrazo y muchas felicidades.
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