28 julio 2007

Leer sobre la saturación




Aprendí a leer así que conocí todas las letras, fue en un parvulario ruinoso y de su pequeño patio de tierra conservo como recuerdo una foto de niño, detrás de una mesa, con la B en las manos. Ayer mientras la miraba recordé sin consuelo que un atardecer, a los tres o cuatro años, estaba sentado en el inodoro de mi casa ojeando un libro, ¿qué hacía yo con un libro en las manos sin saber leer? Reviví el instante en que, de pronto, sin pretenderlo, se me juntaron letras y leí, y lo milagroso consistió en que entendía su significado. Una indescriptible alegría sentí por ello. Lo que dudaba que pudiera aprender se descifró a base de voluntad de querer hacerlo, desapareció el velo y de la noche a la mañana se volvió cotidiano. Desde entonces devoré, siempre de prestado y sin descanso textos y tebeos. Alimenté este gusto, con el dispendio en libros de mi hermano, tres años mayor que yo, que alimentaba la misma afición. Leía todo lo que llegaba a sus manos y la inercia de leer continuó hasta los treinta años.

Ya sé que nada de especial tiene esta historia que no sea que es la mía. Un día dejé de leer y después de pasar un tiempo con los ordinarios trabajos de vivir, casi sin darme cuenta, volví a coger el pincel y luego más tarde lápiz o bolígrafo y al resistírseme su uso insistí, dejé que lentamente me fueron invadiendo colores, formas y al fin, ahora, las palabras.

No sé porqué me lío si yo de lo que quería hablar es de lo saturado.

Ni que me lo hubieran juraran me lo hubiera creído pero quedé saturado de lectura un día exacto y también lo recuerdo, leía “El amante de lady Chatterley”. Demasiadas palabras para decir tan poco razoné y aunque la terminé, se me acabó el ansia compulsiva de leer. Tantas veces de esta guisa ocurre, que deberíamos siempre tener muy en cuenta que hay una gota que colma el vaso y esto es físico, contra ello nada se puede hacer. La paciencia tiene un limite dicen. Todo, todo, afirmo, tiene un límite, todo puede llegar a saturarse y al fin la saturación te cambia la vida.

Bien mirado la saturación es un motor evolutivo de primea línea. El inerte contenido, al ser derramado se vuelve incontrolable, fecundo y creativo.

Es corriente andar por territorios donde impera el aburrimiento y que el miedo a cambiar mantiene controlados en el límite de la saturación. También es habitual que de continuo algo se atragante definitivamente. ¡Hasta aquí podíamos llegar, ya no aguanto mas, se acabó! Sin capacidad de admitir ya otro diletante argumento echamos el cierre a una relación, a un gusto, a un amor, a una afición, a una costumbre o a nosotros mismos y nos tiramos de un quinto piso.

Lo que hace singular la saturación es su radical condición de irreparable. No hay razón ni argumento que pueda subvertirlo pues no acepta sugerencias. Para nada sirve cambiar lo dulce por salado. El cuerpo dice basta y la razón no atiende, se rompió el contenedor. Sólo el tiempo que todo lo sana puede aceptar y sólo como tributo doloroso, alguna licencia para recomponer, pasados los años, los añicos de lo que el hastío se cobró en un instante.

No es distinto del hombre lo que del hombre proviene y a la sociedad también le afecta el aburrimiento y la saturación puede palparse por doquier. Cuando la saturación supera el miedo al cambio todo se revoluciona muy rápido. Un punto antes se palpa crispación y me parece que en algunos temas estamos en este punto exacto.

5 comentarios:

Índigo dijo...

Dicen por Oriente, sabios y pacientes, que cualquier cosa que no puede resistir un cambio no debe existir...
Me encantó el cuadro.
Ahora me voy a ver a mi madre.
Saludos

M dijo...

La satuación como motivación y motor de cambio, es tan valida como otras.

A mi, me viene bien. Me ahorra dolores, aguanto hasta saturarme y tener una necesidad rotunda de cambio.

B x C

manolotel dijo...

Interesante y lúcida reflexión pero melancólica. Si le escuchara un político diría que es, la frustración, la causa de esa melancolía :-). En último extremo, la crispación: ¿nace, ó, se hace?

Yo también creo que en un porcentaje significativo de ocasiones, la saturación (al menos a nivel personal) es un componente fundamental de de los cambios, y quien sabe si responsable de un número importante de los suicidios y los exílios existenciales.

Pero, si bien en el plano social y/o político, esta hipótesis también se da a veces, el porcentaje de aciertos se reduce considerablemente.

Por supuesto que si intercambiamos los términos del silogismo para que concuerde -"Estuvimos cuarenta años bajo la bota de un dictador, luego no estábamos saturados de aguantarle"- se puede llegar a cualquier conclusión, pero no creo que este método de análisis fuera demasiado cientifico que digamos.

Volviendo al tema personal, también hace falta cierto valor para llegados a un punto, admitir que estabamos remando en la dirección equivocada.

Desde luego no soy muy experto en sociología que digamos. Mi elemental sistema de análisis es el de la Naturaleza: prueba y error. No sé, es todo muy complicado.

Un abrazo.

Cerillo dijo...

Es cierto que a nivel social la saturación no cumple con la celeridad con que actúa en su forma personal, aunque la causa no es tanto el miedo al cambio como la constante manipulación de los genios de la política en un caso o la fuerza bruta del poder en la otra. El pueblo en general, solo desea vivir bien y sin problemas, es lógico, pero de vez en cuando y con distintos grados, en los excesos, impone su ley y contra esto andan los políticos atentos para que no ocurra.

JeJo dijo...

Comparto el pensamiento tuyo.

" La lluvia ya ha saturado de agua la tierra."

Cuando fisica o mentalmente nos llenamos hasta el tope, cuando ya estamos empapados de algo en demasía, cuando ya no es placer seguir absorviendolo todo, y duele el peso o cansa la manera o el modo; entoces uno se sacude lo que le chorrea y trata de buscar un nuevo sol.

Saludos