13 julio 2007

Emoción


Emoción

Hay palabras que les sienta bien un uso reverencial, que respiran firmes en las pausas contenidas del habla pues ellas solas se encargan, si cabe, de dar sentido a lo pronunciado. Hay palabras de las que se ocupan libros enteros sólo para intuir lo que, con su presencia, activan sin necesidad de estudio alguno y esta es precisamente su gracia. Las palabras de la esfera de los sentimientos las sufrimos más que las entendemos. Es así que me queda el trasfondo de que, en según en que territorios, el saber tiene algo de estéril, nada parece superar a la emoción pura. Esto me inclina a pensar, que la inteligencia o el saber tributan al estudio o a la sabiduría buena parte de lo que emociona, salvando, sin duda, la que les procura el poder saber más. Y digo esto, porqué una de las cualidades que caracteriza la experiencia es la de moderar las emociones, ¿que es lo que quedará de ellas cuando lo que sea, sea destripado en mesa de disecciones para su desentrañamiento? Lo previsible empaña la emoción, la previsión puede ser su muerte.

Cuando atiendo a la memoria, las emociones me parecen como imágenes que emergen insolentes y cubren de color toda su superficie o se ocultan oscuras en el núcleo protegido del subconsciente cuando su impacto mina peligrosamente el equilibrio. La vida queda reducida sin remedio, a un mosaico de recuerdos emocionantes que reinvento cada vez que los rescato del olvido y un inmenso archivo de cuestiones útiles que uso con prestancia pero sin trascendencia alguna, quizás porqué la emoción ocupa mucho espacio.

La inteligencia puede presumir de poder conquistar cualquier horizonte y a ello se afana regularmente, pero en el territorio emocional se debe alimentar a veces de gato por liebre y en el obligado esfuerzo de subsanar estos desaguisados, edulcora su incapacidad de aprehenderla con acrobáticos ejercicios de la mente para, al fin, tener que conformarse a menudo con placebos.

Así pues la emoción, la muerte y el enrevesado mundo de los sentimientos igualan a los hombres sea cual sea su fortuna y nos celebran idénticos, mal les pese a los que el azar genético o la herencia los ha hecho mas ricos o mas bellos o mas inteligentes o los tres adornos a la vez que mucho son y tanto envidio.

2 comentarios:

Índigo dijo...

Sí en general y como punto de partida, pero hay emociones, digamos que de distinstas categorías: unas nacen totalmente libres, espontáneas, en el niño o en el adulto, en el refinado y en el bruto; a otras se llega tras un proceso de educación que precisamente las saca a la luz.
Buen texto y precioso cuadro.
Te felicito.

fgiucich dijo...

Tan cierto como la luz que nos alumbra. Muy bueno. Abrazos.