14 febrero 2017

12:57


 


Aprendí a leer el TBO solo, y ahora recuerdo que todos aquellos monigotes tanto si eran de Minguella o Coll o Ibáñez, se burlaban; sufridos dibujantes seguramente mal pagados; del arte de Picasso o hacían, si se terciaba y aseguro que se terciaba a menudo, que un mono pintara cuadros que triunfaban en un esnob mundo del arte abstracto, así se tildaba sin ninguna sutileza de fácil o patraña a este tipo de arte. Venían a decir que cualquiera puede pintar un cuadro abstracto, que venga Picasso, o Miró, o Tàpies y intente dibujar una historieta como las que dibujamos nosotros, a ver que les sale y creo que creían sinceramente que sus tendenciosas insinuaciones eran justas . Esta es mi impresión ahora, que cuando leía el TBO en el carrer de la Sort, al lado de la estufa de aserrín, en los inviernos de mi infancia, me parecía perfecta cualquier cosa que contaran, incluso que unos negros de morros blancos cocieran a los misioneros en una inmensa olla de agua hirviendo y que los náufragos habitaran islas de tres metros cuadrados con una palmera en medio, al fin y al cabo mi territorio preferido en casa era, el medio metro cuadrado del balcón que convertía a base de imaginación en los mundos fantásticos que me convenían. Simplicidades, si, pero que acaban por contar, sumando o restando en el bagaje con el que luego nos enfrentamos al mundo. Supongo que la abstracción sigue la tradición del rompe y rasga que en algunas ocasiones nos invade de llevar la contraria a todo lo establecido y que en el mundo del arte funciona estupendamente bien. Bien mirado funciona bien en todos los mundos, es una forma ideal de enfrentarse al aburrimiento cuando nos asola. Es probable que la abstracción enraizara, que se tolerara o fomentara en sus inicios, para contraponerla al realismo social imperante en el socialismo soviético, lo que cuenta es que ahora, nadie que tenga vergüenza, se atreve a burlarse del arte moderno, de lo abstracto, aunque esto no evita que muchos sigan pensando con razón, que lo que cuenta es lo que se entiende.

Ay, las indomables palabras son un río desbocado, la faena es encauzar sus aguas, embutirlas en una red estructurada, hacerlas potables para que al abrir el grifo podamos llenar un vaso de transparente agua, esto es lo que ha de ser.

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