04 agosto 2012

Desesperación de ciencia ficción




Disfruto mucho leyendo, pensé veinte minutos antes de las ocho de la mañana, posiblemente espoleado por la lectura del divertido ejercicio literario de Vila-Matas en aires de Dylan, relato donde el fondo y la forman se conjugan en armoniosa simplicidad. La habitual deriva genésica que me consume me plantó a continuación y por contraste, en el pasmo que me produce la visión del personal que se dedica a actividades para los que no están dotados. De estos, la palma se la llevan aquellos que tienen evidentes dificultades físicas para ejercer su quehacer, un locutor tartamudo pongo por ejemplo. Es una muestra extrema, pero de manera no tan llamativa son muchos los que, será por el manido prurito este de superar dificultades, mejor que se dedicaran a otras actividades. Particularmente, continúa asombrándome que un locutor cecee, que un cantante no tenga voz, que el escritor se líe con la sintaxis o el filósofo sea incoherente. A esto de superarse, como hoy protesto en negro, le encuentro algún que otro inconveniente. Uno de sus efectos más nefasto es el que cretinos bajos, feos y con un puñado de complejos puedan llegar a dictadores megalómanos y sanguinarios. El que un bajo psicópata mande sobre un país destroza la leyenda de que el pez grande se coma siempre al chico y muestra lo complejo no solo del alma humana sino de todo el tinglado de lo que existe. Todo tiene ventajas e inconvenientes, todo puede ser bueno y malo a la vez, por ejemplo: sin remedio tendemos hacia la homogeneización colectiva, antítesis de lo que la solitaria superación procura: líderes singulares y por lo tanto potencialmente peligrosos. Una sociedad homogénea es absolutamente deseable y salvo catástrofe cósmica o colapso humano parece irremediable. Es solo cuestión de tiempo pero estamos en el camino. Menos mal que queda muy lejos y mientras, puedo continuar solazándome con esta seductora ilusión que cumplida me pondría al borde del suicidio. Esto de la homogeneización es como que uno se vuelva pequeño e insignificante, que la cosa está en que como no podemos crecer tanto como nos gustaría delegamos en la multitud esta capacidad aglutinante, aglomerante, alucinante o lo que sea. Bien homogeneizados, después de que las muchas Merkels de turno que aún nos quedan por sufrir lo permitan, formaremos el bicho creado más enorme que nunca hubo hasta donde mi pobre conocimiento llega. ¿Como no caer en la desesperación? 

3 comentarios:

M. Domínguez Senra dijo...

Plas plas plas (aplaudiments).
Ahir a La Contra de "La Vanguardia" sortia Catherine Camus. A la versió digital s'ha sacrificat la millor frase, que més o menys era que allò del que fugim sempre ens troba.
La tonteria de la superació penso que sobretot ens fa perdre molt de temps o passar-lo en el millor dels casos.

Salvador Albanell dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Cerillo dijo...

Marta, sempre fugim de nosaltres mateixos que no es agradable descobrir i mostrar la nostra extrema fragilitat