16 febrero 2007

La fama




Como todo, la fama es de actualidad pero no es actual, sospecho que antaño surgía de manera natural con el ejercicio del poder o como reclamo por alguna característica inusual: una extraordinaria condición física o intelectual o una peculiar habilidad, crueldad o belleza. Aunque la fama; como dice el dicho “Cría fama y échate a dormir”, cuando traspasa el ámbito de lo familiar desdibuja la realidad, siempre tuvo como base alguna cualidad superlativa.

La fama pues, era una consecuencia de algo relevante y ajena muchas veces a la voluntad del famoso. Aunque más de uno se encontró cómodo con la fama, con sus servidumbres y prebendas, lo frecuente debió ser intentar eludirla o enmascararla, pues ser muy conocido, da pábulo a envidias y venganzas, y en un mundo no muy seguro quizás lo mejor era el anonimato.

En la actualidad el tema se desbordó adquiriendo una descomunal envergadura. La relevancia del famoso ha ido adelgazando a medida que su consumo se multiplicaba. La etérea fama sin cualidades que la justifiquen se adquiere por la inmediatez e insistencia de los poderes mediáticos y se vuelve rentable por si misma a base de desquiciados montajes donde se exhibe con crueldad todo tipo de intimidades, mientras, los medios se excusan de su ordinariez con la incombustible ley de la oferta y la demanda. Hoy cualquier ciudadano de a pie se puede sentir cualificado para ser famoso. Aquellos sujetos que por su mala fe, por su incontinencia verbal, sus mentiras, su interés desmesurado, su ambición de protagonismo, sus desplantes y horteradas eran antes una curiosidad en sus respectivos pueblos, pueden con la ayuda de los medios de comunicación volverse populares para amplias capas de la población ávidas de héroes fatuos fáciles de digerir. Sus miserias particularmente simples y domésticas, sirven de útil justificación de nuestros desordenes más vergonzantes. Cualidades que se deploraban y penaban socialmente ahora se valoran gracias al abandono de las más simples normas de ética social.


Miramos hipnotizados el mundo opulento de la fama y se nos insinúa que una suerte de destino puede hacernos famosos en cualquier momento sin esfuerzo. No es más que una probabilidad insignificante esta suerte de popularidad llamando la puerta de nuestra casa, pero mientras tanto, esta nueva fe nos libera por mimetismo de antiguas obligaciones ciudadanas, y si no caemos en tal engaño puede que hasta nos sintamos mejores que ellos haciendo gala de un pésimo rasero para valorar nuestra autoestima

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Andy Warhol dijo que para tener derecho a los 15 minutos de fama había que renunciar a la dignidad....

Índigo dijo...

Vacíos vendedores y consumidores de vidas ajenas. Malos tiempos para la ética, Cerillo.
Saludos.

M dijo...

Estoy con Checha...cuando enciendo la tele, cosa cada vez menos freecuente, alucino con lo que nos venden cómo óptimo...

Telebasura para basureros videntes...

Creo que lo que el personal envidia son los fastos de la fama ...

Pd. Y yo, a los fatos. Vengo de tu otro post. Huesca siempre tiene algo que tienta en lo pequeño, incluidos un par de restaurantes que te llevan a subir sólo para cenar.

Un beso,
Ofelia

Peggy dijo...

no no megusta destacar , ni la fama ..nunca he entendido el exito en ese sentido

alida dijo...

Muchas veces la fama hace mucho daño es mejor ser un simple mortal y así no perdemos nada

fgiucich dijo...

Es que la fama, hoy dìa, es una moneda muy davaluada. Abrazos.

bajamar dijo...

Yo no sé lo que será eso, pero intuyo que no es muy bueno...aunque debe haber ciertas categorias, la fama de un escritor talentoso o de un pintor que estremece, es un reflejo, producto de su trabajo, pero un reflejo al fin y al cabo, la farandulilla es otra historia...también con reflejos pero de neones y veredas valdías...la fama en si misma no es nada...mira que lo pienso mientras lo escribo...nada, si es famoso el fofo como lo es el fefo... :)

besos

Garrafal dijo...

El origen primordial de la fama como tal es el orgullo y la individualidad, pilares fundamentales de nuestra cultura occidental contemporanea. La matriz de opinión impuesta por las grandes corporaciones separando al individuo de su entorno social y aislandolo en pro de un bien de consumo o una filosofía basada en la falsa conciencia de lo que es apreciado como la forma "correcta" de pensar en menosprecio de cualquier otra opinión en contraposición. Algunas personas nunca llegan a comprender nada pues las cosas van más alla de su tiempo de respuesta de comprensión. El mundo moderno se basa en eso, en la idea facilmente digerible y hace de la fama un instrumento de control. En las artes, el orgullo es acompaniado de la lisonja y hacen trio con la fama. Un saludo.