25 julio 2006

Nostalgia

Definición caótica

El caos es un magma de bolitas en movimiento sin dirección ni velocidad fijas

21 julio 2006

La mirada vacilante

Geografía sentimental

En el corazón de la mediocridad

Cuando los límites se trabajan desde un pueblo, cuando son domésticos, cuando los límites están en el centro, en el corazón mismo de la mediocridad, cuando la singularidad es la propia y solitaria experiencia y no los resultados de las exploraciones, no varían para nada las filigranas que debe hacer el cerebro para mantener el precario equilibrio, exactamente igual que cualquier otro individuo, lo mismo da que su historia sea parecida o radicalmente distinta a la tuya.

A la sensación de íntimo fracaso que casi todo el mundo percibe en los balances vitales; materializados siempre por debajo de nuestras posibilidades; se une el fracaso social, o sea el público, que no es mas que nuestra inmerecida ubicación en la compleja jerarquía social de nuestra sociedad. Es una estupidez y no debería ser causa de tristeza o insatisfacción, pero lo es, y el cumplimiento o incumplimiento de lo esencial de la vida que es vivir pasa a un segundo término, gana así relevancia esta derrota multitudinaria de no llegar a ser aclamado como el único número uno y; como esto es improbable para todo el mundo; el no ser uno de estos números unos discutibles pero constatables que aplaque a esta insolidaria vanidad que nos atormenta.
Vamos a ver, ¿porqué nuestra felicidad premia menos lo obtenido que lo por obtener? Parece mas importante el seré feliz si consigo esto que la felicidad al conseguirlo siempre ninguneada por la aparición instantánea de nuevas metas. Las metas se suceden y el resultado final es en el mejor de los casos decrepitud y muerte, y mientras, continuas aferrado a la sensación de fracaso mientras naufraga la vida. Es como si con el éxito pudieras conseguir esta inmortalidad que sabes fehacientemente negamos cada instante a la totalidad de los que nos precedieron sin excepciones y esta pantomima de inmortalidad que dejamos grabada en los libros de texto tiene la fecha de caducidad de cada civilización, sin contar que el futuro de nuestra especie no es, creo demasiado halagüeño.

Algo deberíamos cambiar en nuestro cerebro. Nuestros objetivos deberían de andar por otros páramos mas humildes, ser menos exigentes en según que niveles, vivir sin el lastre de una competitividad que nos hace infelices y que acerca paso a paso a nuestra civilización al abismo

20 julio 2006

LA INTELIGENCIA DE LAS IMÁGENES

La inteligencia de las imágenes.

La inteligencia es probablemente capacidad de abstracción y abstracción la capacidad de simplificar hasta lo esencial, pero también de desprenderse de lo asumido para ubicar otras certezas, otras miradas.

No sé si esto es o no es cierto. Da lo mismo. La abstracción de la que quiero hablar es plástica y hablo de ella a causa de esta regresión con la que nos bendice la edad y que incluye a veces la pesada búsqueda de raíces, razones, justificaciones o lo que sea de cualquier asunto que nos concierna…. , o ni esto.

En realidad todo tiene que ver con el argumento con el que se describe a una de tantas imágenes simples y nada originales que sobrevuelan la mente.

Las imágenes nos asaltan con natural fluidez y generalmente una suple a otra sin necesidad de argumento o relación entre ellas y sin ocasionarnos problemas. Como en un montaje fotográfico aleatorio las imágenes se suceden y desaparecen sin dejar rastro alguno. Pienso que el cerebro se estimula de manera aleatoria, pero a menudo y al parecer sin motivo, una de las imágenes se retro-alimenta ( palabra de moda) se repite, de alguna manera se vuelve consciente, digna de análisis. Todo va muy deprisa en el cerebro. Con cualquiera de las miles de imágenes conscientes que nos asaltan podemos construir argumentos. Así deben actuar los sistemas caóticos. Sin ninguna razón la mente vuelve consciente una imagen de la cadena y, de las miles de imágenes que diariamente nos asaltan a algunas las distinguimos con cierta argumentación, creamos un fractal de conocimiento, las fijamos, las materializamos para generar un cierto conocimiento, dejan de ser imágenes de fácil substitución y se convierten en un soporte y también en un lastre de los que nos equilibra momentáneamente y que forma parte de nuestro bagaje intelectual.

Y…. , la imagen?

Es solo un argumento, pero como tiene que ver con la abstracción se vuelve intrínsicamente complicado.

Esta es la imagen: el hombre mira las paredes de la cueva año tras año, generación tras generación. No olvidemos nunca que somos un colectivo y que la comunicación esencial entre nosotros es la intuitiva. Conocemos tanto cada rincón de la cueva, cada protuberancia, cada color que podemos olvidarnos de él, de su realidad. Creamos inconscientemente realidades paralelas, parecidos, semblanzas. Vemos reflejadas en sus paredes nuestras obsesiones y deseos. Toman cuerpo de la nada imágenes y formas conocidas y quedan fijadas en el cerebro su ubicación, solo falta darles cuerpo, pintarlas. Nacen los toros, ciervos, caballos y bisontes justo en el sitio imaginado. Pero esta es una relación elemental, la forma de la pared nos insinúa un bisonte. Lo difícil y curioso es que antes de estas figuras el hombre estampó en la piedra figuras sintéticas y signos abstractos. Fue antes la abstracción que la figura y esto no deja de ser curioso, parece un contrasentido. ¿O fue simplemente el famoso querer y no poder? ¿Tiene que ver la elementalidad con la abstracción? ¿Lo intuitivo es lo más inteligente?

El círculo se cierra, de la abstracción elemental que fue el verdadero salto se pasó a las figuras que inundaron luego todas las civilizaciones conocidas, pero ahora, en la actual, la abstracción se ha consolidado y reina.

Las próximas imágenes deben nacer en las enigmáticas razones de la sinrazón o emerger como yo procuro de la misma abstracción, de nuestro ensimismamiento.
Esta es mi mecánica creativa.