20 julio 2006

LA INTELIGENCIA DE LAS IMÁGENES

La inteligencia de las imágenes.

La inteligencia es probablemente capacidad de abstracción y abstracción la capacidad de simplificar hasta lo esencial, pero también de desprenderse de lo asumido para ubicar otras certezas, otras miradas.

No sé si esto es o no es cierto. Da lo mismo. La abstracción de la que quiero hablar es plástica y hablo de ella a causa de esta regresión con la que nos bendice la edad y que incluye a veces la pesada búsqueda de raíces, razones, justificaciones o lo que sea de cualquier asunto que nos concierna…. , o ni esto.

En realidad todo tiene que ver con el argumento con el que se describe a una de tantas imágenes simples y nada originales que sobrevuelan la mente.

Las imágenes nos asaltan con natural fluidez y generalmente una suple a otra sin necesidad de argumento o relación entre ellas y sin ocasionarnos problemas. Como en un montaje fotográfico aleatorio las imágenes se suceden y desaparecen sin dejar rastro alguno. Pienso que el cerebro se estimula de manera aleatoria, pero a menudo y al parecer sin motivo, una de las imágenes se retro-alimenta ( palabra de moda) se repite, de alguna manera se vuelve consciente, digna de análisis. Todo va muy deprisa en el cerebro. Con cualquiera de las miles de imágenes conscientes que nos asaltan podemos construir argumentos. Así deben actuar los sistemas caóticos. Sin ninguna razón la mente vuelve consciente una imagen de la cadena y, de las miles de imágenes que diariamente nos asaltan a algunas las distinguimos con cierta argumentación, creamos un fractal de conocimiento, las fijamos, las materializamos para generar un cierto conocimiento, dejan de ser imágenes de fácil substitución y se convierten en un soporte y también en un lastre de los que nos equilibra momentáneamente y que forma parte de nuestro bagaje intelectual.

Y…. , la imagen?

Es solo un argumento, pero como tiene que ver con la abstracción se vuelve intrínsicamente complicado.

Esta es la imagen: el hombre mira las paredes de la cueva año tras año, generación tras generación. No olvidemos nunca que somos un colectivo y que la comunicación esencial entre nosotros es la intuitiva. Conocemos tanto cada rincón de la cueva, cada protuberancia, cada color que podemos olvidarnos de él, de su realidad. Creamos inconscientemente realidades paralelas, parecidos, semblanzas. Vemos reflejadas en sus paredes nuestras obsesiones y deseos. Toman cuerpo de la nada imágenes y formas conocidas y quedan fijadas en el cerebro su ubicación, solo falta darles cuerpo, pintarlas. Nacen los toros, ciervos, caballos y bisontes justo en el sitio imaginado. Pero esta es una relación elemental, la forma de la pared nos insinúa un bisonte. Lo difícil y curioso es que antes de estas figuras el hombre estampó en la piedra figuras sintéticas y signos abstractos. Fue antes la abstracción que la figura y esto no deja de ser curioso, parece un contrasentido. ¿O fue simplemente el famoso querer y no poder? ¿Tiene que ver la elementalidad con la abstracción? ¿Lo intuitivo es lo más inteligente?

El círculo se cierra, de la abstracción elemental que fue el verdadero salto se pasó a las figuras que inundaron luego todas las civilizaciones conocidas, pero ahora, en la actual, la abstracción se ha consolidado y reina.

Las próximas imágenes deben nacer en las enigmáticas razones de la sinrazón o emerger como yo procuro de la misma abstracción, de nuestro ensimismamiento.
Esta es mi mecánica creativa.

1 comentario:

Israel Centeno dijo...

Cerillo, me gusta el tema ¿dejar de cazar?
He leído lo que has escrito en el blog, me atrae, al menos a mi, que desde hace tiempo el orden me ha decretado por gaceta oficial y por voluntad “revolucionaria, por todas esas cosas, que viva en el caos.
saludos,