10 diciembre 2012

A vueltas con la independencia




Quisiera seguir con la historia esta del arte, pero no consigo superar la dificultad que entraña filtrar lo que en exclusividad le pertenece por la sencilla razón de que buscar la independencia de lo que sea, en sentido estricto, no es que no tenga sentido, es que sin contagio nada se enhebra.

He contado de que cosa tan alambicada como el gusto; que en lo que a mi concierne se muestra indefinido e indefinible; es en el fondo el que, en una mas o menos controlada cadena de decisiones, va elaborando lo que luego resultará un discurso específico. Joder, o sea, en plata y sin llegar a la prehistoria, lo que ya he contado: pongo este u otro color, sigo por este camino, me desvío, modifico lo que no me gusta, o mejor, lucho penosamente para que lo sugerido se manifieste…

Caigo ahora mismo en que, concretar una idea nos satisface enormemente porqué cumple con la ilusión de que hemos sido capaces de elaborar una limpia verdad, como quien encuentra un boletus en medio del bosque, tropiezo pues ahora en el mismo engaño, en usar la tendenciosa licencia de creer que se puede impunemente separar una parte de un todo y luego determinar su pureza en algún sentido por el simple hecho que obedece a ciertas normas, esto nos hace felices pues desvela una realidad asequible y que nos convence o conviene en cada particular momento y para esto sirve y es suficiente.

Las ideas son como partículas locas que rebotan en las paredes de mi cerebro y revisan incansables todos los rincones. Este centrifugado sistema que me habita absorbe con rapidez cualquier idea luminosa, arrasada por el marasmo de unas dependencias infinitas e inescrutables.

Así es el arte.  

1 comentario:

Anónimo dijo...
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