Lo real lo define y perfila un vestido que somos nosotros. Lo que percibimos es una imagen cierta, pero nunca todo lo que es. El vestido filtra el contacto con lo que existe y somete los sentidos.
La imagen adoptada, los gustos adquiridos, los reflejos inconscientes, la modelación del carácter, las utopías del yo, cose el vestido. Este vestido que es coraza, esconde abismos, condiciona la mirada y se alinea con una jerarquía de ritos, valores, estados de ánimo, identidad al fin de quien lo soporta. Y este vestido se ensucia, arruga y envejece, y hasta podemos cambiarlo, aunque no siempre al gusto, no siempre cuando quisiéramos. Si alguna vez nos despojan o despojamos de él y nos mostramos desnudos, nuestra desnudez es más irreal que cuando andamos vestidos. Este otro mundo, el desnudo, es más imaginario, más sensible, cruel, frágil y oscuro.
El vestido del yo, nos borra ángulos, nos escamotea vistas, nos encoge el mundo en proporción directa a la complejidad dispuesta en su elaboración. Se puede en esto ser ascéticos y ya que no es conveniente ir desnudo que sea el vestido simple, de color crudo, sin adorno ni hechura, no nos salvará de la muerte pero puede que si de algún que otro íntimo ridículo.
La imagen adoptada, los gustos adquiridos, los reflejos inconscientes, la modelación del carácter, las utopías del yo, cose el vestido. Este vestido que es coraza, esconde abismos, condiciona la mirada y se alinea con una jerarquía de ritos, valores, estados de ánimo, identidad al fin de quien lo soporta. Y este vestido se ensucia, arruga y envejece, y hasta podemos cambiarlo, aunque no siempre al gusto, no siempre cuando quisiéramos. Si alguna vez nos despojan o despojamos de él y nos mostramos desnudos, nuestra desnudez es más irreal que cuando andamos vestidos. Este otro mundo, el desnudo, es más imaginario, más sensible, cruel, frágil y oscuro.
El vestido del yo, nos borra ángulos, nos escamotea vistas, nos encoge el mundo en proporción directa a la complejidad dispuesta en su elaboración. Se puede en esto ser ascéticos y ya que no es conveniente ir desnudo que sea el vestido simple, de color crudo, sin adorno ni hechura, no nos salvará de la muerte pero puede que si de algún que otro íntimo ridículo.
10 comentarios:
Una de mis dudas sistematicas es si soy lo real o lo que se esconde detras...
Ah! la vanidad! es capaz de tantas cosas.
Que difícil es entender entre que es mejor si llevar una coraza o andar al desnudo. La primera nos sirve para esconder, aunque los gustos sean el mismo pero la segunda seria más viable pero mostrando tal como eres
El mío no tiene muchos adornos, la verdad, pero se adapta según sea "verano" o "invierno". A veces ni me doy cuenta que lo llevo puesto y mientras no tenga la impresión de ir desnudo, la verdad es que no me importa.
El problema que tiene mucha gente es que no está contenta con el vestido que tiene y siempre le gusta más el del vecino. Lo mejor es saber valorar tu propio vestido.
¿Que talla usas? :-)
Mis dudas crónicas me suelen hacer sentir desnuda...
Es tan complicado abrir la coraza y sacar afuera a la persona que somos realmente. El continente puede brillar, pero el contenido ser una cloaca o viceversa. Abrazos.
Eres un genio: por lo que escribes y por lo que pintas. Me encnatan ambos: el texto y el cuadro. Un beso.
Máscaras y armaduras.
Máscaras para representar a aquél que se nos dicho debemos ser.
Armaduras para protegernos de la tristeza y el desamor.
Y en algún perdido, en nuestra aparente ridícula desnudez, el meollo de lo que debimos ser.
Saludos
ja! pues esto que escribis me gusta mucho y aparte de todo tan cierto
un saludo
cerillo
que todo ande bien por allá
pero si te haces el ascetico terminas por no ser nada, una manta que se confunde con cualquier cortinaje
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