Acepto mi faceta de serio
de tal guisa que ni a mi me sorprende tamaña ridiculez pero es un
disfraz muy adecuado para mantenerse a la expectativa. ¿A la
expectativa de qué?.
La imagen, la imaginería
de la mente, mi imaginación construyó esta mañana la secuencia de
verme como un niño echado de sopetón al ruedo de la vida. Así de
hecho ocurre y empieza el juego.
El juego es la vida y se
podría resumir con un apáñate que has de tirar para adelante sin
remedio.
No creo que la naturaleza
sea un ente, por lo tanto no puede ser nada, pero si se le ha de dar
una cualidad humana la tildaría antes de cínica que de sabia, que
pienso que apuesta por todas las caras del dado, por todas las cartas
de la baraja, por todas las reglas de todos los juegos, no se priva
de nada.
Diría, (cosa de la
física) que sin meta no se anda. La verdad puede ser la zanahoria,
un imprescindible invento.
El objetivo puede ser
también cualquier otra menudencia: mi verdad, y aquí tampoco puedes
escoger demasiado porqué para jugar necesitas del otro y de un marco
donde pelotear.
El otro, ahí está y si
me pongo a contar son la tira. Certifican que tú eres. Si no huye,
es que muerde, araña o pica, y en un descuido va y se te come. Si
huye, además de morder arañar o picar puede que sea comestible.
La cosa elemental está
entre huir o perseguir. Si te pillo te como, si te atrapan te
conviertes en la merienda, estas son las reglas básicas del juego.
La sostenibilidad, menuda
generalización, incide en liar el juego que se complica porqué
luego nada es lo que parece.
Huir o perseguir cansa, es
poco sostenible. Lo sabe Pavese y la mayoría de bichos. Un perezoso
o un agotado se encontró ya abatido con una buena estratagema:
quedarse quieto.
El artista de mis entrañas
me dice que si entre el blanco y el negro se cuela el gris, se lía
todo. La posibilidades se vuelven infinitas. Lo gris sería quedarse
quieto.
Lo infinito mejor no
mentarlo. Si pensamos en ello nos absorbe sin remedio para poco.
El engaño es de un gris
raro, tanto, que se camufla de todos los colores. La vida se nutre por
excelencia de las rarezas.
La más brillante de todas
las artes de Messi que, como la misma naturaleza las gasta todas, es
el amago, una delicadeza propia de depredador como el camuflaje lo es
en la presa, aunque luego amague la presa en la huida y se esconda el
depredar para atacar.
Has de contar con todas
las artes, que se puede ser a la vez verdugo y víctima.
Dribla, amaga, esconde,
corre, para, escúrrete, vigila, posiciónate, toma carrerilla, huye,
estate atento, alerta, en guardia, en forma, listo, defiende, ataca,
elude, encaja, golpea, muerde, coge, atrapa… juega, compite, vence…
Competir sin descanso, y
aunque no ganes nada, sentir que vences, esto y nada más es lo que
hay.
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