Juego
con la peregrina idea de que el impresionismo empieza en Diego de
Velazquez. Exactamente en la mano que sostiene la paleta del pintor
en el cuadro de Las Meninas. Y no fue una casulalidad, que Velazquez
vió en el esbozo de los bocetos una salida a un agotado manierismo
clàsico.
Una
cosa son las obras, que ya hace dias que digo que son el cadaver
embalsamado de una aventura viva, y otra el drama o la comedia que se
desarrolla dia a dia en el taller, cuando la obra crece estimulada
por las innumerables cuestiones que inciden en cada acción que
acometemos.
No
tengo tiempo que me he jubilado. Tengo mucho trabajo y no puedo estar
sermoneando . En el taller siempre ocurren cosas y a veces la
inspiración viene cuando los ojos capturan lo desapercibido. La
aguda mirada que puede transmitir un buen fotógrafo.
Por
viejo me quejo de lo efímero que me parece entorpece el mundo. No sé
porqué me quejo si todo es efímero, Todo transcurre muy parecido a
la intencionada gota de tinta dejada caer en el agua para gozar de su
espectacular disolución en volutas de colores.
Abro
una nueva temporada y la pienso alimentar con lo que el ojo ve en el taller y intenta guardar en la memoria, pero que, en general, se desvanece en el trajín. Mi barato y moderno teléfono chino me permite fijar estos casuales momentos, con detelles o no de intervención de mi mano.
1 comentario:
Sempre estimulant Cerillo.
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