Disfruto
mucho leyendo, pensé veinte minutos antes de las ocho de la mañana,
posiblemente espoleado por la lectura del divertido ejercicio
literario de Vila-Matas en aires de Dylan, relato donde el fondo y la
forman se conjugan en armoniosa simplicidad. La habitual deriva
genésica que me consume me plantó a continuación y por contraste,
en el pasmo que me produce la visión del personal que se dedica a
actividades para los que no están dotados. De estos, la palma se la
llevan aquellos que tienen evidentes dificultades físicas para
ejercer su quehacer, un locutor tartamudo pongo por ejemplo. Es una
muestra extrema, pero de manera no tan llamativa son muchos los que,
será por el manido prurito este de superar dificultades, mejor que
se dedicaran a otras actividades. Particularmente, continúa
asombrándome que un locutor cecee, que un cantante no tenga voz, que
el escritor se líe con la sintaxis o el filósofo sea incoherente. A
esto de superarse, como hoy protesto en negro, le encuentro algún
que otro inconveniente. Uno de sus efectos más nefasto es el que
cretinos bajos, feos y con un puñado de complejos puedan llegar a
dictadores megalómanos y sanguinarios. El que un bajo psicópata
mande sobre un país destroza la leyenda de que el pez grande se coma
siempre al chico y muestra lo complejo no solo del alma humana sino
de todo el tinglado de lo que existe. Todo tiene ventajas e
inconvenientes, todo puede ser bueno y malo a la vez, por ejemplo:
sin remedio tendemos hacia la homogeneización colectiva, antítesis
de lo que la solitaria superación procura: líderes singulares y por
lo tanto potencialmente peligrosos. Una sociedad homogénea es
absolutamente deseable y salvo catástrofe cósmica o colapso humano
parece irremediable. Es solo cuestión de tiempo pero estamos en el
camino. Menos mal que queda muy lejos y mientras, puedo continuar
solazándome con esta seductora ilusión que cumplida me pondría al
borde del suicidio. Esto de la homogeneización es como que uno se
vuelva pequeño e insignificante, que la cosa está en que como no
podemos crecer tanto como nos gustaría delegamos en la multitud esta
capacidad aglutinante, aglomerante, alucinante o lo que sea. Bien
homogeneizados, después de que las muchas Merkels de turno que aún
nos quedan por sufrir lo permitan, formaremos el bicho creado más
enorme que nunca hubo hasta donde mi pobre conocimiento llega. ¿Como
no caer en la desesperación?
3 comentarios:
Plas plas plas (aplaudiments).
Ahir a La Contra de "La Vanguardia" sortia Catherine Camus. A la versió digital s'ha sacrificat la millor frase, que més o menys era que allò del que fugim sempre ens troba.
La tonteria de la superació penso que sobretot ens fa perdre molt de temps o passar-lo en el millor dels casos.
Marta, sempre fugim de nosaltres mateixos que no es agradable descobrir i mostrar la nostra extrema fragilitat
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