29 septiembre 2010

Sueños de verdad


Esta tarde, repantigado en el sillón del caos recibí la desagradable visita de una harapienta verdad. Que mal aspecto tienes, le dije. Pues sí, tu sabrás, contestó con amarga y desolada tristeza, así es como quedé de tanto maltrato. Mira que siempre a mano me tenias, continuó la maltrecha y abatida verdad, cuidando de estar hermosa y sonriente, dispuesta a consolarte de cualquier revés, siempre atenta a tu destemplado y variable humor, solícita como ángel de la guarda y a cambió, no te pedía más que la fe que ahora me niegas y sin este alimento me condenas a pordiosear. Así es como me ha dejado tu miserable rigor, ricura. Dame algo de comer, por caridad.


El insoportable murmullo come cocos de la televisión me despertó del premonitorio sueño. Cogí el mando a distancia dispuesto a enmudecer-la cuando, como demasiado a menudo sucede, algo en la pantalla captó mi atención. Un señor hablaba de una tal teoría de cuerdas y como me sonaba el nombre de otro programa de humor donde cuentan anécdotas domésticas de un grupo de físicos frikis, me interesó el tema y atendí. Como casi siempre sucede, no entendía nada, pero los dibujos animados de la ciencia me entretenían, curiosamente estas representaciones tienden hacia una clásica abstracción. Son los dibujos que ahora tocan para representar una extraña realidad superando subrepticiamente a los bisontes de Altamira. Se terminaba el reportaje y entonces fue cuando, en las conclusiones finales, me alarmé.


Los físicos teóricos buscan una teoría que resuelva los enigmas de la existencia, fundamentalmente la nuestra, esto ya lo sabia yo, que me parece que a nadie más le importa un pimiento la anécdota de como se montó este tinglado. El presentador comentaba que al parecer, los físicos se han puesto de acuerdo en ocho leyes básicas (y las enumeraba) que mas o menos resuelven el como funcionan las cosas. Supongo que a la teoría de cuerdas le toca condensar todas estas leyes básicas en un todo divino. Hasta aquí la cosa perfecta y todo el mundo (digo, todo el mundo de la ciencia) contentos y casi, casi de acuerdo. Pero, pero, pero, siempre el casi, que es que no hay una sola teoría de cuerdas, me soltaban cariacontecidos científicos desde tele, que tenemos cinco de distintas y que esto no puede ser, que solo una puede ser la verdadera.


Al fin, en una rueda de entrevistas a físicos eminentes las reflexiones que se hacían eran más bien corrientes, mostrando más que nada el carácter específico de casa físico: el optimista, el simpático el aburrido, el divertido, el triste, el optimista, etc. A mí el que me desarmó fue el cínico que decía: si tenemos cinco teorías, quien te dice que no puede haber veinte, o más, o lo que es peor, que no haya ninguna y que todo solo sean imaginaciones, elucubraciones de nuestra mente. Segismundo cabalga de nuevo en la vida es sueño de Calderón, pensé o... es que lo soñé? Esto de la huelga no me prueba.