12 octubre 2008

Engaños



Yo mismo no me entiendo pero seguro que para un listo soy elemental. Esto me tiene preocupado, más que nada porqué me irrita aquello de que me utilicen. Por esto, a pesar de que en general no recelo de nadie, ando atento con los que me parece se dedican a extorsionarnos y no me refiero exclusivamente a la explotación económica, sino a la que generan aquellos que insisten en dirigir y manipular nuestras opiniones. No es sólo una pura cuestión estética, no me parece bien que se me imbuyan ideas que puedan ir en contra de mis intereses o de los intereses generales de la mayoría de la población, o sea que me jode que me jodan o nos jodan sin enterarnos.

Me lo dijo Joan cuando andaba batallando con la parte técnica para desarrollar el proyecto de un inmenso reloj de cuarenta metros de diámetro a base de leds. Se encontró con el problema de que en los extremos de algún número, no había espacio suficiente para colocar el led que le tocaba y trataba de explicarme que, aunque desde lejos no se delata su ausencia a simple vista, el cerebro puede notar el defecto e intuir la incorrección.

Es probable que no sea listo, pero recelo de lo que esconde engaños.

Recupero estas líneas escritas hace un tiempo y que no vieron la luz en su día, porqué me parecen pueden asociarse al clima de crisis que se abate sobre nosotros. Le doy a tamaña insensatez financiera, que tragaremos sin remedio, la solemne categoría de monumental desgracia global, adjetivo ajustado a la inapreciable lucidez que me regalan los textos de AAOIUE.

Joan, al que tengo más crédito que él que le confiere su título de ingeniero, me contaba paseando por el Montsià la anécdota de lo que es la bolsa y digo anécdota por su natural dependencia a la increíble fe del ludópata. Todo empieza cuando emprendedores sin el suficiente dinero para determinados proyectos se asocian para crear empresas conjuntamente. Ponen el dinero apropiado y expiden un documento donde consta lo que cada uno ha invertido. Resumiendo, es un reflejo del valor nominal de las acciones. Hasta aquí todo perfecto, pero en esta sociedad todo se compra y se vende y no por lo que cuesta sino por el precio que estén dispuestos a pagar. Así, las empresas que funcionaban bien y daban beneficios encontraban compradores de sus acciones por encima de su valor. La bolsa es el mercado que se ocupó de esta mercancía. Aquí termina lo substancial, todo lo que viene a continuación entra en terreno de lo especulativo o sea de lo intangible, imaginativo, irracional o casual y por lo tanto caldo de cultivo de la mala fe que estos señores explican de maravilla

Me subleva la dependencia a la palabrería. Me irrita y asusta que la sociedad dependa de que la fe en el todo va bien la sostenga. Y es que la fe, digan lo que digan los creyentes tiene unas bases frágiles. En defensa de mi integridad psíquica, para no perder el tiempo, reconvengo en que casi todo es inevitable y…., y esto lo doy por seguro, hay otros mundos mucho peores que los de este cacho que hasta ahora me tocó lidiar. Así, un día, quisiera luchar por la consecución de este mundo mejor que todos guardamos en nuestras entrañas y me siento traicionado por multitud de deslealtades de la gente que me rodea y otro me resigno más que me conformo con las comodidades que mi situación me permite disfrutar y me hago el longuis.

Sé que no somos santos y por ahí me acosa una contrita desazón. La desidia, la dejadez o el abandono general de valores que todos deberíamos seguir para dar ejemplo y que sirven para hacer habitable la sociedad, deterioran hasta lo insoportable el crédito que nos merece el actual montaje. Debemos empezar a volver a pisar el suelo firme de lo que realmente importa. Me parece que es urgente meditar con rigor que es lo que íntimamente necesitamos de verdad y no sólo en el aspecto material y actuar en consecuencia a partir de estas prioridades.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A vegades penso que els qui han de fer front a la crisi van pujar massa amunt, on l'aire és tan pur, i han perdut de vista el que realment importa.
Jo sí que t'entenc, moltes vegades.

Timonera dijo...

El ser consciente de la manipulación de la sociedad es un primer paso, ¿no crees? Quizá sea un problema de masa crítica. En el momento en que los que nos neguemos a seguir las normas más sutiles seamos suficientes, quizá las cosas cambien. Mientras tanto, la individualidad es un arma poderosa.

Enhorabuena por tus pensamientos.