27 octubre 2007

Nada que hacer


Me ocupan o preocupan tantos frentes que es un no vivir. Ene me advierte a menudo de lo pernicioso de mis compulsivas obsesiones. Una suerte de ligera esquizofrenia preside mi vida. Una desorientación que me impulsa a agarrar clavos ardiendo de cualquier frágil razón. No atino aunque me gustaría escribir siguiendo el caudal laberíntico en el que se mueven los pensamientos. Vivo atado, pillado por cualquier fijación con la penosa sensación de andar corriendo. Las prisas se comen el tiempo y llego exhausto, abatido a unas metas líquidas que se evaporan al instante dejándome solo. Solo. Creo que abandoné el habito de la compañía después de establecer poco a poco relaciones funcionariales con las excepciones perentorias de cuando nos juntamos para comer. Me absorbió el pintar hasta desconectar del mundo y a la postre le añadí una nueva ocupación de leer y escribir al asalto, blogs, actividad que me sume en múltiples desconciertos. Visito a menudo si puedo las vidas que elaboran vuestras manos y cada vida me ocupa unos minutos de un tiempo que se cae en un rezo rosario de musitados lamentos o eufóricas proclamas en el vacío sin fondo de este agujero estratosférico.

Y es que hoy llueve, un tiempo deseado en este seco otoño que dejó el bosque sin setas y los guisos sin su goce supremo. El amor a la lluvia hace que esta sea un buen tiempo. Suena la bocina de una furgoneta reclamándome. Un arquitecto en mudanza me regala un inmenso mueble de cajones donde embutir los dibujos que tengo abandonados por el suelo. Por el mal entendido de no perder el tiempo me cuesta salir de casa pero sé que saliendo recobro el pulso del tiempo verdadero aunque sea para trastear un mueble.

Sudar con esfuerzo comunitario tachonado de paros risueños mirando llover, el desierto de la casa levantada de muebles, las tácticas ingeniosas ideadas para librarnos de pesos, de angosturas o de lo que sea, estar juntos parloteando, ocupados en asuntos intrascendentes, esta es una actividad casi olvidada que me satisface. Quisiera recuperar este tiempo exacto, amañarlo, ensalzarlo, cuidarlo vacío de contenido lacerante o trascendente porqué este es un sueño que estamos perdiendo.

Ahora con perspectiva, lamento y reviso la vieja lectura del tiempo de oro, observando que no es oro todo lo que reluce y si bien es cierto que peno por lo que no hice o dejé de aprender en su momento, reclamo la perdida de tiempo como fundamento de un plácido equilibrio supremo que nos fue hurtado por un curso demencial de prisas y vanos objetivos. Me culpo de no haber sabido descifrar que prefiero mirar o comentar plácidamente lo que veo en tranquila y relajada compañía que perseguir un lustre de fantasmas, dioses, orgullos, vanidades, verdades difusas. Bien sé que necesitamos de todo un poco y que por lo uno no se debe abandonar lo otro y de esto quiero tratar porque estamos perdiendo la gloria de aquel tiempo también útil, de no tener que hacer nada. Está claro que es tiempo de poco beneficio pero para compensar no tiene ahorro de gasto comparable.

23 octubre 2007

Relatos

Al actor le toca vivir más vidas que a un gato. Esta es su gracia, defecto y cualidad que la gente admira al mismo tiempo que recelamos de su cordura para interpretar luego, su propia vida.

Pasados los imperecederos amores infantiles, no admiré a nadie tanto como para ponerle en el pedestal del mito, aunque entiendo que es fácil admirar a quien vive muchas vidas, aunque sean, y quizás por esto, sólo juego. Esta condición, que en el actor se da, le distingue del resto de la humanidad que suficiente tenemos con sobrevivir con nuestra mínima o extraordinaria historia, y no es cuestión de vivir varias vidas pues la experiencia dicta que los que las viven son gente poco cabal.

Otro que vive muchas vidas es el novelista. En su afán de hacer creíbles las ficciones queda inmerso en ellas, en sus personajes y peripecias.

Estos trabajos festivos son muy aplaudidos por el público debido a esta necesidad ineludible que tenemos de conocer al otro. Desde los juegos de la infancia nos gusta recrear vidas ficticias para garantizar soluciones correctas cuando se nos presenten en la realidad. Ganar experiencia sin sangre, aunque muchos lleguemos a confundir juego y realidad como el mismo don Quijote.

El juego de conocer al otro, sus virtudes y debilidades son bazas para calibrar posibilidades de vencer en algún enfrentamiento con jerarquía como premio. También sirve, y no es servicio pequeño, de consuelo mimético.

Todos los juegos crean la sinergia social, esta máquina que tanto cuesta entender y en esto si que somos complejos.

Los relatos a la luz de la lumbre, tan apreciados en otros tiempos se desbordaron con ingenio. No nos conformamos con contarlos y los trovadores les pusieron música y los dramaturgos calidad literaria y los actores y hombres de teatro el gesto, la parodia, la magia del engaño.

De la necesidad de contar, la realidad virtual, esta misma con la que reclamo atención se suma con un tal bombardeo de relatos, de mensajes sin fin con tantos elementos que acabo sintiendo añoranza por el simple relato del abuelo.

20 octubre 2007

Insatisfacción




La insatisfacción nos merodea tan a menudo que creo que anda anclada en el bagaje genético y que, aislándola de sus motivos y cogiéndola por los pelos, los explotadores de almas convierten en pecado original. Reproducen de esta manera una mecánica de la utilidad para obtener ventajas de defectos, errores, puntos débiles y minucias que parecen intrascendentes.

En este caso mi insatisfacción nace de no haber sabido tratar el error o la ventaja como mi intención deseaba y la curiosa sensación, ya comentada que, cuando atiendes cualquier tema, adquiere una dimensión mayor de la que en realidad tiene.

Hablaba del error o de la ventaja, en un intento de hermanarlos y resaltar su cara positiva. Sin el error y su explotación como ventaja no habría habido evolución. Sirve de ejemplo la industria farmacéutica. Tiene su negocio la prioridad de investigar. En el magma cruzado de investigaciones sacan más rendimiento de los errores que de las vías correctas. Investigando los efectos de un medicamento para una enfermedad descubren que los conejillos quedan dormidos, o están sumamente relajados o muy juguetones o empalmados. Cuando la evidencia es significativa, cambian la dirección de la investigación y se quedan tan panchos o cuando con estos tejemanejes descubren droga de efectos curiosos, se inventan una nueva afección y clientes, si pueden ser sanos mejor, para con su mejunje aliviarla.

Claro que intentamos jugar con las ventajas que la sociedad permite, y alguna protege y debería fomentar como la enseñanza o la salud física y mental de sus ciudadanos. Otras son innatas de cada persona: belleza, simpatía, inteligencia, sociabilidad, fortaleza, habilidad, resistencia etc. Cualquier cualidad innata o adquirida con empeño e ilusión pueden con mas triquiñuelas mejorar. Afeites de belleza, entrenar específicamente la habilidad o la fortaleza, seguir pautas aprendidas de simpatía o sociabilidad, estudiar para habilitar mejores condiciones para la inteligencia etc.

No son estas cualidades añadidas consideradas como tramposas pero lo son, son mentiras habilitadas como verdades a base de dedicarles tiempo y esfuerzo para competir en condiciones de ventaja y las hay que luego quedan fijas, son estas la peor mentira pues se adoptan definitivamente como reales y así nos quedamos sin poder competir en áreas en las que otros han adquirido ventajas que se nos dictan insuperables.

Que importa que ella sea de natural más bella si aquella otra le levanta los amores con potingues, desfachatez, figura de gimnasio, vestido de marca, olores divinos, y simpatía coqueta sacada de un manual.

Sobre la trampa de la belleza se alza una industria del engaño. Sobre la trampa de la técnica la sociedad industrializada
Sobre un montón de trampas todas las jerarquías.

Lloro por mi falta de atractivos y sin ventajas con las que ganar, maldigo y digo que es mentira, trampa todo lo que en el mundo es y ha sido.

17 octubre 2007

Trampas para todo


Trampas no las hace cualquiera, pensé de pronto mientras rumiaba los números de Ricardo.

Cuando nos sentimos nobles, queremos ser de ley, y el camino adecuado para este empeño, parece pasar por asumir con firmeza los valores que se establecen como correctos en la sociedad de la que somos miembros. Esta es una excelente meta, una perfecta diana donde apuntar nuestros anhelos, pero la realidad, con el paso del tiempo, la vuelve objetivo irrealizable. Esta forma ideal que debería abanderar nuestros deseos luego de innumerables concesiones se retuerce hasta volverse irreconocible. Hasta tal punto se desvanece el modelo que si hubiera un hombre que encarnara con fidelidad todos los valores con los que nos sentimos obligados, sería tratado como si fuera un imbécil, sino como un revolucionario peligroso.

Nada de filosofía, vayamos directos al grano de la voz popular: “Hecha la ley hecha la trampa.” Y así es, en la vida parece que sólo sirve la trampa. La escurridiza ley que somete a todo lo que existe debería andar buscándose alrededor de “trampa=vida”, pues trampa me gusta también considerar el anodino error que deviene en éxito.

En el juego que competimos son de ley las ventajas y a pesar de que intentamos conseguir la mayor cantidad de ellas, estas no garantizan por si solas el éxito de nuestras empresas, con el peligro, algunas veces, que su exceso nos coloque en la precaria situación de tramposos, dejándonos en un incómodo descrédito social.

Sin remedio afirmo, aunque me cueste reconocerlo, que en esta lid acabamos luchando y defendiendo nuestras verdades, no a la verdad, nuestras razones, no a la razón, nuestra realidad, no a la realidad, pero lo importante como en la mujer del Cesar es que no se evidencie. Un prohombre y un delincuente del tres al cuarto pueden diferenciarse sólo por matices, o peor todavía, por la forma que tolera la sociedad los distintos tramados ventajista.

Estudiar, cuidarse, estar atento, ganar dinero, ser listo y bello da ventaja, juegas con créditos seguros, pero la inteligencia se supera cuando es capaz de sacar ventajas de defectos, la cuestión es competir siempre con manos llenas de ases y no desdeñar la ayuda de una buena y ancha manga.

El peso de la verdad nos la imponen en precario los más ventajistas con sus leyes y así nos va y así nos seguirá yendo. Nuestra fortuna, tranquilidad o desesperación depende de que las verdades que vayan imponiendo tengan algo que ver con las que nos convienen.

Vencidos de luchar contra cada destino que remedio refugiarnos en nuestras limpias verdades, a salvo del mundo real. Estas verdades son nuestra segura y fiel compañera y la de todos los que nos consuela su compañía y este es en justicia nuestro mejor mundo, aquel que recreamos entre todos, un ficticio paraíso que anda en paradero desconocido.

11 octubre 2007

El aprendizaje


La imitación para bien y para mal es parte importante en las rutinas seguidas en el aprendizaje. A uno le entra el gusano de hacer algo abducido por un modelo, por una obra, por una habilidad. Así el entusiasmo que nos genera algo concreto es lo que puede provocar una vocación. Lo que admiramos queremos imitar con habitual poca fortuna, si por casualidad destacamos desde los primeros intentos, tenemos madera de genios.

¿Porque me cautivó el dibujo? No es pregunta que pueda contestar con facilidad, las cosas nos gustan o nos repelen sin motivo aparente. En principio no valoramos estas cuestiones, luego, mas tarde, adornamos estas querencias a bote pronto con un montón de estupideces. Mi afición de pequeño era copiar dibujos de tebeos, encendía mi imaginación y la excitaba con mundos desconocidos. El regocijo de la familia por las dotes artísticas de sus cachorros también cuenta para mantener la ilusión necesaria para practicar cualquier afición.

Pienso que a pesar de afectos, facilidad, tendencia o habilidad, lo que se consolida como vocación, lo que le da el sentido religioso que toman las actividades que se nos vuelven esenciales, es la lucha en soledad, las dificultades que penamos cuando tratamos de exprimir nuestras habilidades. Esta lucha es otra vida paralela a nuestra vida activa, nos sirve la mayoría de las veces para afianzar valores y creencias intimas y nuestra actitud frente el mundo.

Es mas tarde que he percibido, que este trayecto desde el aprendizaje hasta una pretendida maestría tiene mecánicas comunes sea cual sea la actividad estudiada y que es probable que la comprensión de sus engranajes habilite facilidad para más de un envite. Estarán luego nuestras condiciones particulares y nuestro bagaje cultural pero el camino es parecido.

El momento crucial de un aprendizaje es cuando ya no necesitamos parecernos a nadie. Cuando disponemos de la claridad y los recursos necesarios para transmitir nuestras soluciones o mensajes. Por desgracia, como en todo, este punto es nuestro cruel límite y declive.

Cuando Joan se deja de fórmulas y me cuenta sus ritos para resolver sus problemas informáticos me recuerda mi manera de enfrentarme a los dibujos. Soluciones milagrosas y creativas nunca aparecen de la nada, acostumbramos a llegar a ellas por caminos muy trillados. Aparecen cuando el rompecabezas que formulamos tiene todas sus piezas y encajan en un instante mágico.

El ingenio necesita mucho material y lucidez para sacar algo aparentemente sencillo. Algo que una mirada ingenua admirará lo suficiente para intentar imitar lo que por parecerle fácil dedicará luego, parte de su vida en aprender a dominar.

08 octubre 2007

Lo que el azar procura


Así cómo en cada dibujo siento que dejo trazas de lo que soy, en los textos no me reconozco. Aunque sea parecida, con distintos grados en cada caso la parte que se cobra la vanidad en los entresijos de la creación, me siento distinto al pintar de cuando escribo. O sea que creo que resulto menos malo pintando.

Que honrado el actor que cuando le piden en una entrevista el porqué se hizo actor responde que para ligar. Igual que todos, pues buena maña nos damos en exprimir nuestras habilidades para ello. Destinamos un gran esfuerzo en el tema, no tengo duda de ello, aunque con distintos resultados. Lo curioso es que en general disfrazamos de tal manera su importancia que queda recluida, enmascarada, la mayoría de las veces como anécdota curiosa. No me digan que esto no es perderse en un laberinto. Así nos comportamos, subyugados sin demostrarlo por la belleza, que intuyo es fruto o producto del amor. La inteligencia tiene recursos insospechados para este fin, incluso el de hacer creer a su usuario que todo el alambicado cocido de ambición, poder y gloria no tiene nada que ver con la conciencia o el instinto de que alguna de estas u otras cualidades pueden ayudar a mejorar o esconder pulidamente méritos o deméritos estéticos, funcionales o temporales en el proceso de seducir la voluntad de quien deseamos. Establecemos de este modo unas ventajas con que superar a presuntos contrincantes.

Quería hablar de viajar pero parezco obligado a estos enrevesados preámbulos.

Viajar si alguna razón esconde que no sea una huida obligada por el hambre, el miedo o la miseria, tiene que ver con la belleza.

La belleza se establece con unos cánones que parecen imperecederos, y así podemos gozar de las reliquias que nos dejaron todas las civilizaciones anteriores en su intento de aprisionarla. Pero la belleza más que un objeto es un ideal que se desvanece cuando la reiteración la desatiende y para evitar que la monotonía nos ciegue, viajar resulta útil. Viajar nos saca de la rutina empobrecedora y pone a los sentidos en situación de establecer con la belleza las mejores relaciones. El viaje es una aventura que nos aleja de lo conocido y nos invita a degustar lo nuevo, lo no visto y todo aquello que dignemos en significar con nuestra atención. Aunque nos debemos cuidar muy mucho del esteriotipo que atranca las ruedas del goce y así, me parece lícito, que saturados de los trabajos forzados que en los viajes resulta a veces el culto a lo culto, vivamos la maravilla que acostumbran a ser los humildes placeres no remarcables que el azar se digna con esmero procurarnos y Mabalot da con su punto exacto al terminar su post

04 octubre 2007

De Jaén a lo eterno


Que cruel destino el que nos aflige por querer saber. Que cruel atender a esta maquinaria pensante que puede rebasar cualquier límite predecible. La leyenda cuenta que Lucifer quiso ser Dios, este otro pecado original que anida en cada ser.

El hombre, reflejo de toda la creación, dioses de lo posible, quiere adquirir cualidades divinas y araña a cualquier precio la ilusión de conseguirlo. Es injusto, pensamos a menudo, no tener una posibilidad de estar vivos cuando en el futuro se alcance no sabemos cual prosperidad absoluta, una felicidad sin fin.

La fe es esta simpleza, si no podemos alcanzar nuestros deseos con los pobres medios de que disponemos, habrá un Dios que nos ayude a conseguirlo. No hay razón que pueda combatir este anhelo, esta necesidad de futuro, esta felicidad inalcanzable.

Y la razón empírica nos dice que lo único que perdura es el cambio permanente. La vida no es más que un caudal desbordado de contrastes inaprensibles y al fin nadie parece querer pararse a pensar que la eternidad debe de ser angustiosamente insufrible, no sólo en este infierno temible con que nos acongojan los clérigos, sino también, en este cielo prometido que nadie puede sin aprietos definir.

No conocía la historia de Fredic Brown que Jejo con su habitual habilidad nos recuerda y que recrea aquellos momentos en que llegamos a pensar que fuera de nosotros todo es ilusorio y de hecho, esto, no deja de ser del todo incierto, aunque espero que nuestro fin no sea el de la historia. Aunque bien mirado no está tan mal este final de tener que crear un universo, pues fijaos que este dios tampoco es eterno.